Sin pueblos indígenas no hay paz ni prosperidad
El desarrollo sostenible no es nuevo. Es simplemente un nuevo nombre que se basa en la sabiduría ancestral, la cual se renueva con cada generación de pueblos indígenas.
Ahora más que nunca, debemos prestar atención a esta sabiduría.
Esta sabiduría nos llama a cuidar la tierra para que no solo nuestra generación pueda disfrutarla, sino también para las generaciones futuras.
Esta sabiduría se nos transmite a través de historias y espíritus. Considere el ejemplo de Nawal, un espíritu sobrenatural, asociado a las cosechas, que puede adoptar formas animales, según las creencias mesoamericanas. En ciertos días del calendario indígena, la gente pide a Nawal una buena cosecha. Es bueno tener una buena cosecha. Es incluso mejor que la tierra dé su recompensa una y otra vez. Para disfrutar de un éxito tan repetido, los agricultores de la zona saben que deben respetar las estaciones, plantar, sembrar, dejar la tierra en barbecho durante un tiempo.
Esta sabiduría también fue articulada en una declaración de 2012, en una fecha favorable en el calendario maya de “cuenta larga”. Fue Oxlajuj B’aktun o un "cambio de época", el final de un ciclo que dura más de 5.000 años. En esa fecha, las tres entidades de la ONU sobre pueblos indígenas se reunieron en Guatemala, su primera reunión conjunta fuera de Nueva York. Juntos, emitieron una declaración pidiendo a la humanidad que respete los derechos humanos, promueva la armonía con la naturaleza y busque un desarrollo que respete la sabiduría ancestral. Estos tres órganos incluyeron el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, el Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Relator Especial sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Esta sabiduría encontró su camino en "K’atun: Nuestra Guatemala 2032". Adoptado y mantenido por tres administraciones sucesivas, K’atun es el plan nacional para el desarrollo sostenible. Sirve de brújula para el Marco de Cooperación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible 2020-2024 del país, creado de la mano con el gobierno de Guatemala.
Para continuar K’atun, debemos analizar la situación de los pueblos indígenas. Los pueblos indígenas son constantemente desplazados de sus tierras ancestrales, lo que los hace más vulnerables. Los datos de los últimos años muestran que la tasa de pobreza entre los indígenas era del 79 por ciento, casi 30 puntos por encima del promedio nacional. De cada 10 niñas, niños y adolescentes indígenas, 8 viven en la pobreza. Solo 6 terminan la primaria, 2 van a la secundaria y uno a la universidad. Seis de cada diez niños indígenas menores de 5 años padecen desnutrición crónica. Y estos datos son anteriores a COVID-19.
La COVID-19 es devastadora para toda Guatemala. Muchas personas están enfermas, algunas están muriendo y muchas otras están perdiendo sus medios de vida debido a la enfermedad en sí, y porque la cuarentena les impide trabajar y ganar dinero.
Por más fuerte que la pandemia golpee a Guatemala, afectará aún más a los pueblos indígenas. Ya eran los más rezagados, y ahora se retrasarán aún más. La situación de las mujeres indígenas, que suelen ser las principales proveedoras de sus familias, es aún más preocupante.
Y, sin embargo, los pueblos indígenas están buscando sus propias soluciones, basándose en su propio ingenio. Están utilizando conocimientos y prácticas tradicionales para contener la enfermedad.
Todos debemos preocuparnos por el bienestar de los pueblos indígenas—por su bien. Debemos respetar su sabiduría—por su bien. Debemos proteger sus derechos humanos—por su bien. Debemos incluirlos en la toma de decisiones, por su bien. Es solamente lo correcto.
Pero también debemos hacer esto por el bien de todos los guatemaltecos. Toda Guatemala—de hecho, el mundo entero— tiene mucho que aprender de los pueblos indígenas. Es una dolorosa ironía que los pueblos indígenas hayan sido tan explotados y oprimidos y, sin embargo, puedan tener la clave de nuestra supervivencia colectiva. También es una dolorosa ironía que los pueblos indígenas se encuentren entre los más afectados por el cambio climático y, sin embargo, sean los que menos contribuyan al mismo.
Sin los pueblos indígenas, ni Guatemala ni el resto del mundo lograrán el desarrollo sostenible. Sin los pueblos indígenas no podemos disfrutar de los dones de la tierra y mantenerlos para todos los que vendrán después de nosotros. Este es y debe ser el trabajo de todos los gobiernos y todas las personas.
Hace 75 años, los signatarios de la Carta de las Naciones Unidas reafirmaron “la dignidad y el valor de la persona humana”.
Ahora, reafirmemos esa creencia una vez más. Y asegurémonos de que los pueblos indígenas estén incluidos en ella.
Este material fue elaborado por la ONU en Guatemala y escrito por la Coordinadora Residente Rebeca Árias. Para obtener más información sobre el trabajo del equipo de la ONU, visite guatemala.un.org.