El cambio climático es una "alerta roja para la humanidad"

El informe del Grupo de Trabajo 1 del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, en español) es una alerta roja para la humanidad. Las alarmas están sonando y las pruebas son irrefutables: las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de los combustibles fósiles y la deforestación están asfixiando nuestro planeta y poniendo en peligro inmediato a miles de millones de personas. El calentamiento global está afectando a todas las regiones del mundo y muchos de estos cambios están siendo irreversibles.
El umbral acordado internacionalmente de 1,5 grados centígrados se acerca peligrosamente.
Corremos el riesgo inminente de alcanzar 1,5 grados a corto plazo. La única manera de evitar que se supere este umbral es intensificar urgentemente nuestros esfuerzos y seguir el camino con las medidas más ambiciosas.
Debemos actuar con decisión ahora para mantener vivo el 1,5.
Ya estamos a 1,2 grados y subiendo. El calentamiento se ha acelerado en las últimas décadas. Cada fracción de grado cuenta. Las concentraciones de gases de efecto invernadero están en niveles récord. Las catástrofes meteorológicas y climáticas extremas son cada vez más frecuentes e intensas. Por eso es tan importante la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima que se celebrará este año en Glasgow.
La viabilidad de nuestras sociedades depende de que los líderes de los gobiernos, las empresas y la sociedad civil se unan en torno a políticas, acciones e inversiones que limiten el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados. Se lo debemos a toda la familia humana, especialmente a las comunidades y naciones más pobres y vulnerables, que son las más afectadas a pesar de ser las menos responsables de la emergencia climática actual.
Las soluciones son claras. Las economías inclusivas y verdes, la prosperidad, un aire más limpio y una mejor sanidad son posibles para todos si respondemos a esta crisis con solidaridad y valentía. Todas las naciones, especialmente aquellas del G20 y otros grandes emisores, deben unirse a la coalición de cero emisiones netas y reforzar sus compromisos con Contribuciones Nacionales Determinadas creíbles, concretas y mejoradas, y políticas antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) en Glasgow.
Necesitamos acción inmediata en materia de energía. Si no reducimos la contaminación por carbono ahora, el objetivo de 1,5 grados quedará rápidamente fuera de nuestro alcance. Este informe debe hacer sonar el timbre de la muerte del carbón y los combustibles fósiles antes de que destruyan nuestro planeta. No deben construirse nuevas plantas de carbón después de 2021. Los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) deben eliminar el carbón existente para 2030, y todos los demás deben seguir su ejemplo para 2040. Los países también deben poner fin a toda nueva exploración y producción de combustibles fósiles, y cambiar las subvenciones a los combustibles fósiles por energías renovables. Para 2030, la capacidad solar y eólica debería cuadruplicarse y las inversiones en energías renovables deberían triplicarse para mantener una trayectoria neta cero a mediados de siglo.
Los impactos climáticos del calentamiento global se agravarán sin duda. Existe un claro imperativo moral y económico de proteger las vidas y los medios de subsistencia de quienes están en primera línea de la crisis climática. La financiación de la adaptación y la resiliencia debe dejar de ser la parte olvidada de la ecuación climática. Sólo el 21% de los recursos asignados a la financiación del clima se destinan a la adaptación. Reitero mi llamamiento a los donantes y a los bancos multilaterales de desarrollo para que destinen al menos el 50% de toda la financiación pública para la acción climática a la protección de las personas, especialmente de las mujeres y los grupos vulnerables. El gasto de recuperación relativo a la COVID-19 debe alinearse con los objetivos del Acuerdo de París; y debe cumplirse la promesa hecha hace diez años de movilizar 100.000 millones de dólares al año para apoyar las medidas de mitigación y adaptación en los países en desarrollo.
La crisis climática plantea enormes riesgos financieros para los gestores de inversiones, los propietarios de activos y las empresas. Estos riesgos deben medirse, publicitarse y mitigarse. Hago un llamamiento a los líderes empresariales para que defiendan un precio mínimo internacional del carbono y alineen sus carteras con el Acuerdo de París. Los sectores público y privado deben trabajar juntos para garantizar una transformación justa y rápida hacia una economía mundial de emisiones netas cero.
Si unimos nuestras fuerzas ahora, podemos evitar una catástrofe climática. Pero, como deja claro el informe de hoy, no hay tiempo que perder ni excusa para la inacción. Cuento con los líderes gubernamentales y todas las partes interesadas para que la COP26 sea un éxito.
















