El cambio climático es la mayor amenaza a la que se ha enfrentado Irak, pero hay esperanza de cambiar las cosas

Cuando viajé a Bagdad hace un mes para asumir mis funciones en Irak y ayudar a coordinar nuestro apoyo al Gobierno y a la gente necesitada, la Tierra de los Dos Ríos era totalmente diferente de lo que había visto hace dos décadas, cuando trabajé por primera vez en Irak. El polvo, empujado por los vientos cálidos, llenaba el aire. Franjas de tierra árida salpicadas de resistentes palmeras que luchaban pacientemente por resistir los elementos de la naturaleza. Esta no es la Mesopotamia que describen los libros de historia, la tierra de civilizaciones. Cuando pregunté a iraquíes y a otras personas que llevan muchos años aquí, me dijeron que antes nunca había sido así. Está claro que el cambio climático ha hecho mella en este país.
A lo largo de mi profesión, he estado en muchos países y he visto muchos problemas, pero los efectos del cambio climático aquí son dramáticos. Esta hermosa y fértil tierra, conocida a lo largo de la historia por las civilizaciones que brotaron en torno a los poderosos ríos Tigris y Éufrates, se encuentra ahora en la primera línea de una crisis climática global como el quinto país más vulnerable del mundo.
Me hubiera gustado ser más positivo en mi primer discurso al público iraquí, pero la realidad es difícil de ocultar. Debo decir que no todo está perdido. Hay esperanza de cambiar las cosas, y son los iraquíes quienes deben tomar la iniciativa.
Con la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático – COP27 – en pleno desarrollo en Sharm El Sheikh, Egipto, es importante examinar los problemas y desafíos medioambientales en Irak y lo que hay que hacer al respecto. La COP27 se basará en los resultados de la COP26 y responderá a la grave emergencia climática mundial, desde los esfuerzos de mitigación que se necesitan urgentemente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, hasta la creación de resiliencia y la adaptación a los impactos inevitables del cambio climático. La COP27 debe cumplir los compromisos de financiación de la acción climática en los países en desarrollo, incluido Irak. La COP27 es una oportunidad importante para que los gobiernos del mundo se atengan a sus compromisos climáticos (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional) y los sigan desarrollando, al tiempo que transfieren a Irak el momentum en torno a la lucha contra el cambio climático y la concienciación al respecto.
Todos somos conscientes de los problemas que existen en este país: fenómenos meteorológicos extremos y cambios en los patrones climáticos, como olas de calor, lluvias intensas, aumento de las temperaturas y mayor variabilidad e imprevisibilidad de las precipitaciones; tormentas de arena y polvo; sequías prolongadas; degradación del suelo; inundaciones repentinas; y escasez de agua.
En 2021, Irak experimentó su segunda temporada más seca de los últimos 40 años debido a la escasez de lluvias. En los últimos 40 años, los caudales de los ríos Éufrates y Tigris, que proporcionan hasta el 98% del agua superficial de Irak, han disminuido entre un 30% y un 40%. Las históricas marismas del sur, una maravilla del patrimonio natural, se están secando. Las temperaturas de Irak se están disparando, con una máxima de casi 54°C registrada en Basora. La escasez de agua de los ríos hace que el agua del mar penetre en las tierras del sur, y la salinización amenaza la agricultura. El sustento e incluso la existencia de comunidades enteras se encuentran en peligro.
El cambio climático en Iraq no sólo afecta al sector agrícola del país, sino que constituye una grave amenaza para los derechos humanos fundamentales, crea obstáculos al desarrollo sostenible y agrava los desafíos medioambientales, de seguridad, políticos y económicos del país.
Los datos y la ciencia son claros. Aunque el cambio climático afecta a muchos países, algunas de las medidas para mitigar su impacto empiezan en casa.
Como líder del equipo de las Naciones Unidas en el país, reconozco mi propia responsabilidad a la hora de reunir a todo el sistema de las Naciones Unidas para apoyar a las autoridades nacionales a avanzar hacia una economía resistente al clima, al tiempo que se aborda la adaptación y la mitigación. Juntos, todos tenemos la responsabilidad de salvaguardar nuestro futuro colectivo y trabajar por el bien común.
Al convocar a una amplia gama de partes interesadas, incluidas las entidades de las Naciones Unidas, las autoridades nacionales y los asociados locales, podemos empezar a dar pasos más concretos y coordinados hacia la acción climática en el ámbito doméstico.
Para ello, cada persona debe tomar decisiones mejores y más responsables, ya sea a través de lo que come, cómo viaja, cómo conserva el agua y la electricidad y lo que compra.
Restaurar los ecosistemas dañados es un primer paso importante y la gestión del agua es clave. La gestión de los recursos hídricos requerirá tanto la diplomacia como la resolución de los problemas propios de Iraq, como son la contaminación y la ineficacia en la gestión del agua. Por lo tanto, no hay que despilfarrar dejando correr los grifos, ni utilizar excesivamente el agua para la jardinería ni contaminar los ríos y arroyos. Iraq debe modernizar y ampliar sus plantas de tratamiento de agua, reparar las infraestructuras hídricas anticuadas y dañadas, hacer cumplir los límites de uso del agua, invertir en nuevas infraestructuras de riego y en la recogida de agua y promover prácticas de riego innovadoras. El diálogo y la implicación con los países vecinos para garantizar un reparto justo del agua es fundamental para Iraq.
La utilización de la energía solar, rentable y abundante gracias a los potentes rayos del sol durante la mayor parte del año, y la mejora de la eficiencia energética alcanzando la combustión cero de gas, así como el aumento simultáneo de las energías renovables, como la eólica y la hidráulica, ayudarán sin duda a reducir las emisiones tóxicas y los costes.
Las campañas en favor del medio ambiente, el fomento del reciclaje a gran escala y otras prácticas medioambientales adecuadas, y la participación de los jóvenes, que constituyen más de la mitad de la población de Iraq, en cuestiones relacionadas con el clima desde los inicios de su existencia, garantizan el éxito de cualquier esfuerzo por salvar nuestro planeta.
La promoción y la responsabilidad públicas también pueden fomentar la inversión privada local e internacional para permitir la creación de empresas verdes en los sectores de la agricultura, los residuos y la energía. La reactivación de la agricultura en el sur de Iraq y de su industria de dátiles es un ejemplo de ello.
Todavía hay tiempo para cambiar las cosas. Con una acción climática respaldada por los líderes y el pueblo de Iraq, tenemos una oportunidad real de dejar un Iraq mejor a nuestra próxima generación. Me anima que, al adherirse al Acuerdo de París, Iraq sea pionero en su Libro Verde, que consagra la adaptación al clima en las políticas.
Nosotros, en las Naciones Unidas, estamos dispuestos a ayudar al nuevo Gobierno de Iraq a cumplir sus compromisos climáticos mediante acciones tangibles y su aplicación, soluciones coordinadas y la implicación a todos los niveles.
Este blog ha sido adaptado de la versión en árabe publicada originalmente en Naciones Unidas Iraq. Para saber más sobre el trabajo de las Naciones Unidas sobre el terreno, visite: iraq.un.org.
















