El camino hacia la igualdad mundial en materia de vacunación

La desigualdad en materia de vacunación es la mejor aliada de la pandemia de COVID-19.
Permite que las variantes crezcan y se desaten en el mundo, condenando a la muerte a millones de personas y prolongando la recesión económica, que podría costar billones de dólares.
Llevo mucho tiempo abogando por un plan de vacunación mundial que permita vacunar a todo el mundo, en todas partes, lo antes posible.
Este plan sería implementado por un Grupo de Tareas de Emergencia compuesto por los países que actualmente producen vacunas, de los que podrían producirlas, de la Organización Mundial de la Salud, de los socios que lideran el mecanismo COVAX y de las instituciones financieras internacionales. Todos estos actores trabajarían con las empresas farmacéuticas para garantizar la producción de un número suficiente de dosis y la distribución equitativa de las mismas. Lamentablemente, no me han escuchado.
Así, en lugar de un esfuerzo coordinado a nivel mundial para hacer llegar las vacunas a los países que más las necesitan, hemos asistido a un acaparamiento de las vacunas disponibles, a un nacionalismo vacunal y al desarrollo de una diplomacia de las vacunas.
Por supuesto, acogemos con satisfacción los esfuerzos de los países por ampliar el alcance de la distribución de vacunas.
Pero, a pesar de una plétora de iniciativas globales, regionales y bilaterales, los resultados no han llegado.
Estas iniciativas no nos han acercado a nuestro primer objetivo de un 10% de personas vacunadas en todos los países para finales de septiembre, como dijo el Dr. Tedros, a pesar de que el número de dosis necesarias es inferior a la producción de una semana a nivel mundial.
Por eso me complace unirme al Dr. Tedros en el lanzamiento de la Estrategia Mundial de Vacunación contra el COVID-19.
Se trata de una estrategia presupuestada, coordinada y creíble para salir de la pandemia de COVID-19, en beneficio de todos, en todas partes del mundo.
Este plan de acción integral desarrollado por la Organización Mundial de la Salud tiene como objetivo llegar a vacunar al 40% de las personas en todos los países para finales de este año y al 70% de estas poblaciones para mediados de 2022.
Este plan se basa en un análisis científico exhaustivo de la evolución de la pandemia, de la eficacia de las vacunas, del coste de su adquisición y distribución, y de la demanda y oferta mundial de vacunas.
Mediante la compartición de las dosis, los intercambios, la transferencia de tecnología y otras acciones prioritarias, se puede reducir las muertes, minimizar el sufrimiento, evitar que los sistemas sanitarios se vean desbordados, reactivar las actividades sociales y económicas y reducir el riesgo de que surjan nuevas variantes peligrosas.
Corresponde a los Estados miembros hacer su parte, unirse, haciendo lo necesario para que esta estrategia sea un éxito.
Todo el sistema de las Naciones Unidas está movilizado para ayudar a los gobiernos a acabar con esta pandemia: desde los trabajadores sanitarios y humanitarios, pasando por los expertos en logística y gestión de operaciones, hasta los especialistas en comunicación que están desplegando la campaña “Verified” (Verificado) para combatir la lacra de la desinformación sobre las vacunas.
Con una producción de vacunas de casi 1.500 millones de dosis al mes, podemos vacunar al 40% de la población de todos los países a finales de este año si conseguimos movilizar unos 8.000 millones de dólares para garantizar una distribución equitativa de las dosis.
De hecho, para que este plan sea un éxito, es esencial que las dosis se distribuyan equitativamente. Sin un enfoque coordinado y equitativo, la reducción del número de casos en cualquier país no será sostenible. Por el bien de todos, necesitamos urgentemente ayudar a todos los países a alcanzar altos niveles de cobertura de vacunación.
Los países del G20 han hablado a menudo de su deseo de vacunar a toda la población mundial. La reunión que tienen prevista para finales de este mes les ofrecerá la oportunidad de tomar las decisiones necesarias.
Insto a todas las partes interesadas a nivel mundial a que se comprometan, movilicen sus recursos y hagan realidad esta estrategia.

















