En la prevención todavía está la cura: Reflexiones sobre la lucha de China contra COVID-19
A media que el 2021 inicia, el número de casos nuevos de COVID-19 a nivel mundial ha disminuido, por tercera semana consecutiva.
Pero durante el año pasado, hemos visto países aplanar la curva solo para bajar la guardia. Esta complacencia que se encuentra incluso en naciones con sistemas de salud avanzados, cuesta vidas y devasta los medios de vida.
Si bien la perspectiva de las vacunas en 2021 brinda esperanza para derrotar a este virus, el mensaje del Secretario General de la ONU, António Guterres, de que "no hay panacea en una pandemia" es claro. Las sólidas medidas de salud pública, centradas en los pasos científicamente probados que previenen la propagación de COVID-19, siguen siendo la respuesta más práctica. Hay que reconocer que China ha dado un buen ejemplo al adoptar este enfoque, como he visto de primera mano.
Como Coordinador Residente, entrante, de las Naciones Unidas en China, viajé a Guangzhou desde Kenya. En Kenya, yo desempeñé el mismo cargo y, como equipo de las Naciones Unidas en el país, nos unimos al Gobierno de Kenya para enfrentar frontalmente a la pandemia.
Y en mi nuevo cargo no se me concedió, ni se me debería conceder, ningún trato preferencial a mi llegada.
Las reglas estaban claras. Desde el mismo momento de embarcarme para China, estuve sujeto a los mismos requisitos, los cuales exigen un certificado de prueba correspondiente a un test, con resultado negativo, de ácido nucleico COVID-19 y detección de anticuerpos IgM, emitido no más de dos días antes del viaje.
Estas pruebas forman solo parte de un sistema integral de pruebas y rastreo que se encuentra en China, fundamental para prevenir brotes y “clusters” virales en el futuro.
Al llegar, noté las rigurosas y ordenadas prácticas de detección de entrada que se aplican en China, con funcionarios que usan equipo de protección personal apropiado mientras revisan a los viajeros entrantes para detectar signos de advertencia y síntomas.
Como todos los pasajeros que llegan a China, los funcionarios me dirigieron a un hotel designado para completar un período de cuarentena de 21 días.
Estos inconvenientes son necesarios para asegurar el control de la propagación de COVID-19 en el puerto (o punto) de entrada. Felicito estas acciones bien orquestadas, gracias a una variedad de departamentos gubernamentales, en pro de que garantizar la salud y la seguridad de las personas en China—independientemente de la nacionalidad que tengan— sea la máxima prioridad.
Comencé mi trabajo en cuarentena el 16 de enero de 2021, preparándome para mis funciones como Coordinador Residente y comunicándome virtualmente con nuevos colegas del sistema de la ONU en China. Espero poder saludarlos en persona y forjar asociaciones con el Gobierno de China, los asociados para el desarrollo, el mundo académico, el sector privado y muchas partes interesadas, tanto nuevas como pre existentes.
Durante esto, he manejado mi tiempo con un sentido de propósito, ya que me mantuve en contacto con mis seres queridos, me puse al día con la lectura, la escritura y la reflexión. Esta fue mi primera vez en cuarentena y un riguroso régimen de ejercicios, combinado con ejercicios de respiración y un poco de yoga resultó ser fundamental para mantener mi mente y mi cuerpo en forma, positivamente optimista y en buen estado. Incluso logré registrar una media de 20.000 pasos al día.
Mientras espero ansiosamente que el mundo exterior complete de manera segura este período de cuarentena a la fecha (6 de febrero de 2021), sé que el virus todavía está ahí, mutando y volviéndose más agresivo.
Los recientes brotes de COVID-19 antes del Año Nuevo Lunar han alarmado a las autoridades en China, que han respondido de la misma manera con medidas proactivas y agresivas.
Los viajes de primavera o "Chunyun" para estar en familia, durante este especial momento del año, han sido desaconsejado en ciertos municipios de China, donde tiene lugar una de las migraciones anuales más grandes del mundo.
Reconozco que estas respuestas pueden ejercer presión sobre nuestra felicidad y bienestar, pero es fundamental que no perdamos de vista nuestro objetivo de derrotar al virus.
Esta tarea aún requiere que hagamos todo lo posible para protegernos unos a otros. Los gobiernos, las sociedades y las personas de todo el mundo deben seguir fomentando el uso de máscaras, el distanciamiento físico, la observancia de una buena etiqueta de higiene y, sobre todo, la difusión de la compasión y no del virus.
Estas acciones, junto con el fortalecimiento de nuestros sistemas de prueba, seguimiento y aislamiento, garantizarán que nuestros esfuerzos asociados a las vacunas no sean en vano— con su implementación el próximo año.
Con simples medidas de salud pública basadas en la ciencia adoptadas aquí en China, el mundo puede frenar la propagación del virus, salvar vidas y medios de subsistencia y poner fin a la pandemia.
Espero unirme a la familia de la ONU en China y continuaremos trabajando en estrecha colaboración con el Gobierno de China para luchar contra el COVID-19 y promover la cobertura sanitaria universal.
El artículo en inglés se publicó originalmente en Forbes África el 5 de febrero de 2021.