Malawi y el mundo: Notas sobre el 75 aniversario de la ONU
Con una población de solo 18 millones de personas, Malawi resulta ser un país bastante pequeño. Esta nación se encuentra entre los países más pobres del mundo. En el 10% inferior del Índice de Desarrollo Humano.
Y, sin embargo, tiene mucho que dar al mundo.
Cuando los genocidas en Rwanda comenzaron su campaña de asesinatos al por mayor en Rwanda en 1994, Malawi envió fuerzas de paz a unirse a las fuerzas de la ONU allí presentes.
Cuando, solo unos años después, las tensiones étnicas se convirtieron en combates en Kosovo, nuevamente los malauíes se encontraban entre las fuerzas de paz de la ONU que ayudaron a salvar vidas.
Cuando estalló la guerra civil en Costa de Marfil en 2011, Malawi se unió una vez más a las fuerzas de la ONU para ayudar a poner al país en el camino de la recuperación.
Incluso hoy en día, las fuerzas de paz de Malawi forman parte de las operaciones de la ONU en la República Democrática del Congo y Sudán, salvando vidas y ayudando a crear condiciones en pro de mejores medios de vida en comunidades vulnerables.
La ONU comenzó a operar en Malawi en 1964 y ha sido asociada del Gobierno en programas que transforman la vida de las personas.
Así como Malawi ha apoyado a la ONU, la ONU ha tenido el privilegio de apoyar a Malawi. Más recientemente, la ONU ha apoyado al país mientras se enfrenta a COVID-19. Además de las muertes y enfermedades que la pandemia ha causado en Malawi, también ha puesto de manifiesto y agravado algunas de las fallas en los sistemas económicos y sociales.
Desde que se reportó la primera muerte por COVID-19 en el país el 7 de abril de este año, la pandemia ha desencadenado una serie de efectos. Un aumento en los embarazos de adolescentes y los matrimonios tempranos como resultado de cierres prolongados de escuelas. Un aumento en los casos de violación y agresión sexual, con personas confinadas en el interior y mujeres sin poder obtener ayuda. Ataques a ancianos. Pérdida masiva de empleos e ingresos. Fallos en el sistema sanitario.
En respuesta, más de 20 entidades de las Naciones Unidas han trabajado con las autoridades nacionales para garantizar la seguridad alimentaria de millones de malauíes; proporcionar medicamentos esenciales a los establecimientos de salud, aumentar la cobertura de la terapia antirretroviral; promover los derechos humanos de todas las personas que viven en Malawi; y apoyar la consolidación continua de la democracia.
El apoyo de la ONU en Malawi va más allá de la actual crisis de salud pública. La ONU también está apoyando los esfuerzos del gobierno en lo relativo al cambio climático. Dicha gran crisis se discutió recientemente en un discurso del presidente Lazarus Chakwera; quien habló sobre la protección de los cuerpos de agua dulce y los bosques verdes de Malawi, el mantenimiento de las preciadas especies animales y vegetales del país y el trabajo en estrecha colaboración con las comunidades para encontrar alternativas de energía limpia, ampliar el uso de técnicas agrícolas inteligentes y generar más empleos y mercados ecológicos.
Este trabajo sobre el clima ayuda no solo a Malawi, sino al mundo. La crisis climática cruza las fronteras nacionales y ningún país es inmune. Cuanto más haga cada país para abordar la crisis, mejores serán los demás países.
Malawi aporta su propio espíritu especial de internacionalismo a la ONU. Malawi es el coordinador global del Grupo de Expertos para los Países Menos Adelantados. Está previsto que se convierta en presidente de la Comunidad de Desarrollo de África Meridional y, recientemente, ha sido elegido miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Malawi es un ejemplo para otros países, que trabajan con la ONU y toda la comunidad internacional para hacer del nuestro un mundo en el que todas las personas puedan—en palabras de la Carta de la ONU firmada hace 75 años—disfrutar de “elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”.