Protegiendo a las personas del conflicto, los ciclones y la COVID-19 en Mozambique
En la localidad de Montepuez, Cabo Delgado (en la zona norte de Mozambique), Zaina, madre de cuatro hijos, recibe a su anciana madre, a su hermana y a diez sobrinas y sobrinos, todos los cuales huyeron de sus aldeas debido a la escalada de violencia en la provincia. Ahora los familiares viven juntos en la casa de dos dormitorios de Zaina, y Zaina les ha dado la bienvenida para que se queden mientras no puedan regresar.
Normalmente, Zaina hace y vende palomitas de maíz y pasteles para mantener a sus hijos. Debido a las restricciones asociadas a la COVID-19, las ventas ambulantes (o callejeras) ya no están permitidas y, actualmente, [Zaina] está buscando alternativas para mantener a su núcleo familiar, que ha crecido de cinco a 17 personas.
El Secretario General de la ONU, en el Informe de políticas: COVID-19 y las personas en movimiento, señala que la COVID-19 golpea con más fuerza a las personas más vulnerables, incluidos los refugiados, los migrantes y los desplazados internos (DI). Ellos están en mayor riesgo, habiendo muchos huido de conflictos y desastres naturales, al vivir en condiciones potencialmente hacinadas en comunidades de acogida o campamentos con recursos limitados para protegerse y, a menudo, con un medio precario de vida.
La COVID-19 agrava los problemas existentes
Estos riesgos también están presentes en Mozambique. El año pasado, Mozambique experimentó dos ciclones severos, Idai y Kenneth. Como resultado de los ciclones, más de 100.000 personas viven ahora en sitios de reasentamiento, y cientos de miles más aún se están recuperando. Al mismo tiempo, la sequía ha afectado al sur del país, mientras que la inseguridad en el norte ha desplazado a más de 250.000 personas. Los impactos socio-económicos y en la salud de COVID-19 están empeorando estas dinámicas ya complejas.
Kiza Onesphor, un refugiado y médico de 49 años de la República Democrática del Congo, vive en el campo de refugiados de Maratane, en la provincia de Nampula. Fue reclutado como Voluntario de Salud Comunitaria, junto con otros miembros de las comunidades de refugiados y locales, para difundir las medidas de prevención de la COVID-19.
Kiza describe la COVID-19 como una bomba para la que nadie estaba preparado. Él cree que los peligros de la COVID-19 no se comprenden completamente, y tiene como objetivo ampliar las capacidades de comprensión y autoprotección de alrededor de 9.500 refugiados y solicitantes de asilo que viven en Maratane.
Para Zaina, Kiza y sus familias, COVID-19 es una crisis que se suma a otras crisis. Sin embargo, comparten lo poco que tienen, demostrando el poder de la solidaridad y cómo es clave para derrotar a la COVID-19. Reconocer sus contribuciones, las contribuciones de las personas en movimiento, es muy importante para que los planes de respuesta a la COVID-19 incluyan a refugiados, solicitantes de asilo, desplazados internos y comunidades de acogida.
Junto con el Gobierno y sus asociados, la ONU está trabajando en total coordinación con las autoridades locales y nacionales para armonizar la prestación de asistencia vital y de supervivencia para todas las personas que viven en Mozambique.
Prevenir la propagación del virus en los campos de desplazados
Al brindar asistencia humanitaria, la prioridad es salvar vidas, asegurando que los más vulnerables estén protegidos. Con este fin, la ONU está apoyando la respuesta (liderada por las autoridades nacionales) de salud a la COVID-19 en la ampliación de las operaciones de preparación y respuesta de Mozambique, especialmente ayudando a prevenir la propagación del virus en los campamentos de reasentamiento, tránsito y refugiados; también está apoyando intervenciones de asistencia alimentaria.
La ONU, la comunidad humanitaria, las instituciones y los socios de Mozambique se están uniendo y, junto con las comunidades de acogida y los líderes locales, fomentan un diálogo sobre cómo fortalecer las redes de apoyo y la resiliencia de las comunidades.
Los programas de consolidación de paz y educación para la salud en el norte de Mozambique están trabajando en comunidades con un gran número de familias desplazadas, para educar sobre la prevención de COVID-19, y promover el diálogo comunitario para fortalecer la cohesión social y mitigar las tensiones sociales inducidas por el desplazamiento. La ONU también está proporcionando alojamiento para familias desplazadas en el norte de Mozambique, para reducir el hacinamiento en las comunidades de acogida y permitir una mejor adherencia a las precauciones de distanciamiento físico.
Necesitamos priorizar la creación de oportunidades de generación de ingresos con un enfoque en un proceso de recuperación que se reconstruya para mejorar. Desde el apoyo a sastres y a miembros de la comunidad en los sitios de reasentamiento, y a los campamentos de refugiados para producir máscaras faciales hechas a mano y proporcionar a las familias en los sitios de reasentamiento la capacitación y el equipo para criar pollos y mejorar sus medios de vida, ONU Mozambique reconoce y está respondiendo a la necesidad de personas en movimiento y las comunidades de acogida para mantenerse a sí mismos y a sus familias durante y después de la pandemia.
Necesitamos involucrar verdaderamente a las comunidades y aprovechar su poder, particularmente el poder de la juventud, para trazar con éxito el camino hacia una sociedad resiliente que pueda superar la COVID-19, los desafíos de seguridad y apoyar a las personas en movimiento con una paz duradera. Solo mediante el fomento de la confianza y la cohesión podremos seguir protegiendo y empoderando a las personas en movimiento y las comunidades de acogida.
La respuesta de las instituciones nacionales para contener y prevenir el brote de COVID-19 fue rápida, enfocada y eficaz para reducir la propagación de la enfermedad. Tres meses después de identificar el primer caso, actualmente hay más de 2.000 casos en Mozambique. Esto demuestra la urgencia de continuar con las medidas preventivas contra el coronavirus.
Llamamientos de la ONU por 103 millones de dólares
La ONU y la comunidad humanitaria lanzaron recientemente dos llamamientos, el Llamamiento Relámpago por la COVID-19 ("COVID-19 Flash Appeal", disponible en inglés) y el Plan de Respuesta Rápida para Cabo Delgado (disponible en inglés), por un total de aproximadamente $103 millones, para abordar las necesidades más críticas de millones de personas que enfrentan condiciones humanitarias severas, que no podrían resistir el impacto sanitario y socio-económico de la pandemia, incluidos aquellos que han sido desplazados por la creciente inseguridad en el norte de Mozambique.
A través de estos planes, las Naciones Unidas y la comunidad humanitaria continuarán apoyando a Mozambique en el progreso hacia el desarrollo sostenible durante la respuesta la COVID-19. La ONU ha unido esfuerzos con la comunidad internacional para apoyar la cohesión en las políticas y el compromiso, y para complementar la movilización de recursos para proporcionar a Mozambique el apoyo vital necesario durante el período de la COVID-19.
Hemos hecho todo lo posible con los recursos que teníamos. Se ha hecho mucho, pero se necesitan con urgencia esfuerzos y recursos adicionales. Este es un momento de verdadera solidaridad; un momento para que los asociados de todo el mundo se unan a Mozambique y ayuden a proteger las vidas de los más vulnerables, a proteger las vidas de las numerosas Zainas, Kizas y sus familias en todo el país.
Las Naciones Unidas están comprometidas a continuar trabajando juntas de la mano con las instituciones y la sociedad civil de Mozambique para actuar y promover las vidas de las personas en movimiento y los más vulnerables en Mozambique durante esta crisis, y más allá.
El artículo se publicó originalmente en el sitio web de Noticias de la ONU. Para leer el artículo en portugués y conocer más sobre el trabajo que se realiza en el país, visite el sitio web de la ONU en Mozambique en https://mozambique.un.org.