Tiempo de sanar: Por qué restaurar los ecosistemas es esencial para la salud de los humanos

El Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas ha comenzado. La ONU ha hecho un llamamiento a los líderes de América Latina y el Caribe — una región que cuenta con siete de los países más biodiversos del mundo — para que amplíen los compromisos adquiridos para restaurar nuestros tan necesarios ecosistemas. Este llamamiento se produce cuando los países del Caribe se preparan para una activa temporada de huracanes.
Se ha hecho un excelente trabajo para revertir la actual degradación de los ecosistemas en el Caribe. Sin embargo, la dolorosa verdad es que esos esfuerzos se están quedando cortos.
En toda América Latina y el Caribe, los países se han comprometido a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y están trabajando diligentemente para mitigar los efectos de futuras crisis. Para que esta labor sea fructífera, debemos dar prioridad a la recuperación y restauración de los ecosistemas y la biodiversidad.
En el Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe de este año, que tuvo lugar en febrero en Barbados, los Gobiernos acordaron un Plan de Acción de diez años que prioriza la conservación, la restauración y el uso sostenible de la biodiversidad y los ecosistemas en la región. El Plan está en consonancia con los objetivos del recién estrenado Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas.
Los ecosistemas como base para la adaptación y la reducción de riesgos
La interacción de los seres vivos y no vivos en un ecosistema es extraordinariamente compleja. Todo, desde los insectos hasta los árboles, pasando por el agua, las rocas, los pájaros, los animales terrestres, el musgo, la arena, el aire o los seres humanos, se relaciona entre sí. Los seres humanos y todo lo que hacemos y construimos también formamos parte de los ecosistemas y, a su vez, nos vemos afectados por ellos.
Cuando los ecosistemas se desequilibran, sobre todo a causa del comportamiento humano, necesitan tiempo para sanar o restaurarse—ellos necesitan ser potegidos. Cuanto menos sean proteguidos, peores serán los resultados—a corto y largo plazo—para todo lo que coexiste en ese ecosistema, incluidos los seres humanos.
Existe un solapamiento bien conocido (véase la página 156 de este documento, disponible en inglés) en la aplicación y los resultados de la Reducción del Riesgo de Desastres basada en los Ecosistemas (Ecosystem-based Disaster Risk Reduction, Eco-DRR, por sus siglas en inglés) y la Adaptación basada en los Ecosistemas. La Reducción del Riesgo de Desastres basada en los Ecosistemas abarca tanto los eventos relacionados con el clima, como los huracanes y las inundaciones, como los peligros no relacionados con el clima, como las erupciones volcánicas y los terremotos. En consecuencia, la Reducción del Riesgo de Desastres basada en los Ecosistemas también contribuirá a nuestro esfuerzo global de adaptación a los fenómenos meteorológicos extremos inducidos por el cambio climático. Una respuesta que dé prioridad a la recuperación y regeneración del medio ambiente tras una catástrofe reducirá el impacto de futuros sucesos similares.
Las respuestas a los desastres—desde la pandemia de coronavirus hasta la reciente erupción del volcán La Soufriere en San Vicente y las Granadinas—han demostrado cómo debemos proteger la biodiversidad y los ecosistemas en nuestros esfuerzos de recuperación. Esa protección debe ser una prioridad absoluta. Al hacerlo, crearemos resiliencia para el futuro.
Testigos de primera mano de un desastre y sus efectos
Fuimos testigos de primera mano de la devastación a nivel de vidas humanas y medios de subsistencia causada por la erupción del 9 de abril de 2021 en San Vicente, con una crisis humanitaria que provocó la evacuación masiva de más de 22.000 personas y animales de las zonas de peligro tanto roja como naranja. Los acontecimientos medioambientales extremos, como las erupciones volcánicas, también tienen efectos desastrosos en el funcionamiento general del ecosistema de una región, ya que estos acontecimientos suelen provocar la inhibición de la capacidad de fotosíntesis, cambios en el suministro de agua y el grado de vulnerabilidad a las enfermedades a nivel de la flora y la fauna locales.
Organizaciones locales e internacionales han participado en los esfuerzos de recuperación de la biodiversidad local en San Vicente, entre ellas el PNUMA a través del Proyecto IWEco financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), la organización Fauna & Flora International y la iniciativa Caribaea, mientras que el PNUD ha incluido entre sus objetivos de recuperación a la restauración y a la regeneración de la silvicultura, las cuencas hidrográficas y las zonas protegidas dañadas por la erupción. Los ecosistemas fuertes y resilientes, con alta vegetación, tienen una mejor retención del polvo y un periodo de recuperación más corto tras las erupciones volcánicas, lo que demuestra que dar prioridad a la recuperación de los ecosistemas contribuirá a la resiliencia futura para mitigar el impacto de futuras erupciones.
La reducción del riesgo de catástrofes basada en los ecosistemas es una herramienta esencial para reducir los daños causados por las catástrofes medioambientales y ecológicas. Está demostrado que la naturaleza puede proporcionar las mejores defensas contra los posibles efectos desastrosos que los fenómenos meteorológicos extremos pueden tener en nuestras vidas. Por ejemplo, los bosques de manglares, un elemento esencial de muchos ecosistemas caribeños, pueden evitar las inundaciones costeras; mientras que los arrecifes de coral rompen las grandes olas antes de que lleguen a la costa, minimizando la erosión costera. Dar prioridad a la reforestación puede prevenir futuras inundaciones y deslizamientos de tierra. La lista continúa.
Como una región propensa a los desastres como los huracanes y las inundaciones, cuyos efectos se hacen más intensos a medida que empeora el cambio climático, el Caribe debe afrontar este reto para proteger y restaurar nuestros ecosistemas.
Ecosistemas, biodiversidad y salud de los seres humanos
El reciente efecto de la pandemia de la COVID-19 en nuestras vidas y medios de subsistencia debería ser una llamada de atención para que todos nos replanteemos nuestra relación con el medio ambiente. “La degradación del medio ambiente y la salud humana” están estrechamente vinculadas, dice la Declaración de Bridgetown, la declaración emitida en febrero por el Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe. Para comprobar esta relación, no hay que indagar mucho. La reducción de los hábitats naturales de los animales ha creado las condiciones ideales para la propagación de patógenos como el coronavirus.
Solo por esta razón, la restauración de los ecosistemas debería ser el centro de nuestros esfuerzos para recuperarnos de la pandemia de la COVID-19 y prevenir otros brotes de enfermedades. Afortunadamente, los gobiernos del Caribe se han comprometido a reconstruir para mejorar y están poniendo la restauración de los ecosistemas en el centro de su recuperación ecológica.
Así es como debe ser.
Todos dependemos de la naturaleza para sobrevivir. No actuar para salvar nuestros ecosistemas tendrá efectos de largo alcance para todos los habitantes del planeta.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible
El Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas continúa hasta 2030, que es también la fecha límite para los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Esto no es una coincidencia. La restauración de los ecosistemas es vital para estos objetivos, en particular los más directamente relacionados con el cambio climático, la pobreza y la biodiversidad, y el uso sostenible de los ecosistemas en pro de nuestros medios de vida y economías.
Podemos conseguir un ecosistema biológicamente diverso y próspero que apoye el desarrollo sostenible. Nuestro éxito puede depender de lo bien que integremos la restauración de los ecosistemas en nuestros esfuerzos de recuperación a medida que volvemos a reconstruir juntos, de manera más verde (ecológica), para mejorar.
Tenemos que actuar con decisión. El coste de la inacción es demasiado grande tanto para las personas como para el planeta.
Este blog está escrito por Vincent Sweeney, jefe de la Oficina Subregional del Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y Didier Trebucq, Coordinador Residente de las Naciones Unidas para Barbados y el Caribe Oriental, con el apoyo editorial de Paul VanDeCarr, de la Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para saber más sobre el trabajo de liderazgo y más allá, visite la sección sobre este tema del informe de la presidenta del Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible sobre la Oficina de Coordinación del Desarrollo.