Un año después de las explosiones de Beirut: un blog post de la Coordinadora Residente de la ONU
El 4 de agosto de 2020, una devastadora explosión en un almacén destruyó gran parte del centro de la capital libanesa, Beirut. Muchos barrios quedaron destruidos, el centro de Beirut parecía una zona de guerra. Miles de personas resultaron heridas y unas 200 perdieron trágicamente la vida ese día y los siguientes. Para muchos, sus propiedades y sus medios de subsistencia se esfumaron literalmente.
Najat Rochdi, Coordinadora Residente y Humanitaria de las Naciones Unidas en el Líbano, habló con Noticias ONU sobre cómo ha afrontado el país los últimos 12 meses y qué le depara el futuro.
“Yo sólo llevaba tres días en mi nuevo cargo de Coordinadora Residente y Humanitaria de la ONU para el Líbano cuando las devastadoras explosiones arrasaron el puerto de Beirut.
Los efectos de esas explosiones aún resuenan un año después. El país se esfuerza por encontrar un camino para salir de una tragedia que ha tocado a todas las personas.
Las consecuencias destructivas del 4 de agosto intensificaron el sufrimiento en el Líbano, que ya se tambaleaba por los disturbios civiles, las dificultades económicas y financieras, el aumento de la pobreza y el desempleo, agravados por el estancamiento político y el aumento del número de casos de COVID-19.
Un año después de esta tragedia, las dificultades y la frustración son cada vez mayores. Me reuní con muchos libaneses que pusieron voz y rostro a las privaciones y la adversidad que tantos sufren en este país.
Personas como Youssef, un hombre de 59 años que vive en la indigencia y cuyo sueño es tener un techo sobre su cabeza y una puerta que pueda cerrar cuando duerme; y Cathy, de 15 años, que tiene el simple deseo de tener un teléfono móvil para poder acceder a la enseñanza en línea.
O Mirna, una maestra de 50 años que se ganaba la vida y mantenía a su familia, pero que ahora sólo puede permitirse una comida al día y se ve obligada a pedir ayuda. Me dijo con lágrimas en los ojos: “Me han quitado mi dignidad”.
La situación ‘empeora cada día’
Tengo claro que la situación de los ciudadanos de a pie en el Líbano empeora día a día.
En la actualidad, la ONU calcula que más de un millón de libaneses (de una población de casi ocho millones, incluidos más de dos millones de refugiados y emigrantes) necesitan ayuda de emergencia para cubrir sus necesidades básicas, incluido el acceso a la alimentación, la sanidad, la educación y el agua.
Además, nueve de cada diez refugiados viven en la pobreza extrema, lo que supone un aumento del 55% respecto a sólo un año antes. Más de la mitad de los migrantes en el Líbano afirman no poder satisfacer sus necesidades alimentarias, y el mismo número de migrantes declararon estar desempleados (la mayoría perdió su trabajo durante el último trimestre de 2020).
El Líbano, que no hace mucho era un país de renta media alta, se enfrenta ahora a la que probablemente sea la peor crisis financiera y económica de su historia moderna; más de la mitad de su población vive en la pobreza. Quizá no sea sorprendente que mucha gente haya perdido la confianza en sus dirigentes e instituciones.
Apoyo para un mejor futuro
A pesar del sombrío panorama, creo, al igual que muchos libaneses, que el país tiene un gran potencial para un mejor futuro.
Inmediatamente después de las explosiones, las Naciones Unidas y sus asociados reaccionaron con rapidez y decisión para salvar vidas y proporcionar ayuda de emergencia a los afectados. Se recibieron, generosamente, 167 millones de dólares a través del llamamiento, de carácter urgente, coordinado por Naciones Unidas, uno de los mejor financiados en 2020.
Se prestó apoyo a los hospitales y centros sanitarios en pro de la continuación de los servicios básicos, incluso en lo relacionado con la COVID-19; se evaluaron los daños en las viviendas y se distribuyeron equipos de emergencia para viviendas para garantizar la seguridad y la protección inmediatas; se restablecieron las conexiones de agua, incluidas las bombas y los tanques; se distribuyeron kits de higiene y para bebés, además de paquetes de alimentos en especie; se prestaron servicios de protección y servicios de apoyo psicosocial y de salud mental; se asignaron recursos para las tareas de recogida de escombros.
También se iniciaron reparaciones esenciales en hospitales, centros de atención primaria de salud, escuelas y viviendas, mientras que la comunidad humanitaria pasó a prestar asistencia en efectivo, multi-propósito, en apoyo de la recuperación, los medios de subsistencia y los mercados locales.
En cuanto a la recuperación, la ONU, junto con la Unión Europea (UE) y el Banco Mundial, y en consulta con las partes interesadas, desarrolló el Marco de Reforma, Recuperación y Reconstrucción (Reform, Recovery and Reconstruction Framework, en inglés). Conocido como 3RF, es un programa centrado en las personas, anclado en la participación, la inclusión y la justicia social.
Es apoyo destinado a, y sentido por, las personas. Se prevé una nueva e innovadora forma de trabajar, que se basa en las asociaciones, que reúnen a la presidencia, el Gobierno, el parlamento, la sociedad civil, el sector privado y los asociados internacionales, además de la UE, el Banco Mundial y la ONU, para garantizar la reconstrucción de los bienes, servicios e infraestructuras fundamentales para la igualdad de acceso a los servicios básicos de calidad, así como la aplicación de las reformas clave. Las prioridades, programas e inversiones de cara al futuro incluyen la inclusión y la protección social; la rehabilitación de la vivienda y el patrimonio cultural; los servicios municipales y el medio ambiente; y la recuperación empresarial.
Miles de personas ya han recibido asistencia jurídica para hacer frente a las reclamaciones derivadas de las explosiones. Varios edificios públicos han sido readaptados con tecnologías ecológicas, y los centros sanitarios han recibido equipos médicos críticos. Se han reconstruido o rehabilitado parcialmente varias escuelas e instalaciones médicas. De este modo, el Líbano está iniciando el largo y arduo proceso de reconstruir para mejorar.
‘La asistencia de emergencia no es la solución’
Pero también, la recuperación del Líbano debe coincidir con la reforma. La asistencia de emergencia no es la solución.
Es lamentable que los dirigentes libaneses hayan sido incapaces de llegar a un acuerdo sobre la formación de un nuevo gobierno en los últimos 10 meses, lo que ha retrasado las reformas estructurales que se necesitan urgentemente para hacer frente a los numerosos retos del país.
Este es un momento crítico en la historia del Líbano. La magnitud, profundidad y multidimensionalidad combinadas de las crisis política, socioeconómica y humanitaria a las que se enfrenta el Líbano no tienen precedentes y presentan un panorama cada vez más desafiante para que las Naciones Unidas cumplan sus mandatos.
Pero, en última instancia, la responsabilidad de evitar el colapso total del Líbano está principalmente en manos de sus líderes.
La ONU está del lado del Líbano
Por desgracia, un año después de mi llegada al Líbano y de las explosiones que sacudieron Beirut poco después, la situación sigue deteriorándose. La ONU está elaborando un Plan de Respuesta de Emergencia de 12 meses que articula las respuestas colectivas, de carácter prioritario, a las necesidades humanitarias críticas de los libaneses e inmigrantes más vulnerables afectados por la situación; complementa el apoyo ya prestado a los refugiados y a las comunidades de acogida.
Esta no es una solución. Su objetivo es vincular y preparar la transición hacia soluciones que aborden las causas profundas de la crisis, que sólo vendrán de la mano de reformas estructurales y de intervenciones de desarrollo integrales y sostenibles dirigidas por el Gobierno, incluida la aplicación de una estrategia de protección social integral e inclusiva dirigida por el Gobierno.
Me han inspirado el espíritu, la solidaridad y el valor de los jóvenes libaneses. Las Naciones Unidas seguirán apoyando al Líbano en su camino hacia la recuperación y, en última instancia, hacia la realización de su potencial. Dicho esto, el mayor capital es el humano y el Líbano puede contar con sus mujeres y hombres. Los que se comprometieron a no abandonar el país a pesar de la situación, los que utilizan su creatividad, su espíritu emprendedor y su compromiso para construir un Líbano mejor. Esos son la mejor esperanza para el Líbano.
Najat Rochdi es la Coordinadora Residente y Humanitaria de la ONU en el Líbano. Este artículo se publicó originalmente en inglés en Noticias ONU. Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en el Líbano, visite: Lebanon.UN.org. Para saber cómo el fortalecido sistema de coordinadores residentes de las Naciones Unidas está impulsando la Agenda 2030, visite la sección de Liderazgo del informe de la presidenta del Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible sobre la Oficina de Coordinación del Desarrollo.