Heridas profundas: En la región árabe, las supervivientes de la violencia de género se preguntan a dónde acudir
“Me dijo que estaba enamorado de mí y que pensaba proponerme matrimonio pronto”, cuenta Layla* sobre su relación con el jefe de una empresa para la que trabajaba en Marruecos. “Yo confié en él”.
Pero entremezcladas con las declaraciones de amor había coacción y violencia.
“Él me pegaba cada vez que no estaba de acuerdo con él”, dice. Ella soportó violencia sexual y emocional. “Se volvía más y más violento a medida que pasaban los días. Me hizo creer que yo no tenía ningún chance contra él”.
Cuando ella finalmente acudió a la policía, acompañada por una amiga, Layla no sabía qué esperar. “Estaba en una etapa de mi vida en la que ya nada parecía importar. Estaba embarazada, soltera y sola. Tenía miedo de que [la policía] no me creyera”, explica Layla.
Sólo 3 de cada 100 mujeres
Layla es una de las muchas supervivientes de la violencia de género. Antes de la crisis de la COVID-19, más de 1 de cada 3 mujeres con pareja en Oriente Medio y el Norte de África afirmaba haber sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja.
Pero, también como Layla, la mayoría de ellas son reacias a denunciar la violencia.
El miedo a ser humilladas o culpadas por la policía y la falta de confianza en el sistema de justicia disuaden a la mayoría de las mujeres de buscar ayuda. De hecho, según reveló una encuesta nacional realizada en 2019 en Marruecos, sólo 3 de cada 100 mujeres supervivientes de violencia sexual denuncian los incidentes a la policía.
No se trata de 3 de cada 10 mujeres, sino de solamente 3 de cada 100.
Ahí radica parte de la razón por la que la violencia de género (VG) resulta tan irresoluble— en Marruecos y en todo el mundo, en todos los países y culturas, en todas las clases sociales y económicas. Muchas mujeres no confían en el sistema que se supone que las protege.
El problema más profundo es que las supervivientes de la violencia de género suelen tener razón en su desconfianza. En demasiados casos, la policía avergüenza o culpa a las supervivientes, aunque sea de forma involuntaria. A menudo, la policía puede o quiere hacer poco o nada para proteger a las supervivientes o llevar al agresor ante la justicia.
En estos casos, la policía puede acabar haciendo más por proteger al agresor que a la superviviente.
Violencia doméstica en un hogar temporal
“Lo más doloroso no son las palizas y las heridas que me infligieron, sino el trauma psicológico que sufrí después del asalto”, dice Muna*.
Muna, de 23 años, vive con su marido y sus tres hijos en un campo de desplazados internos en Somalia. En mayo de este año, Muna y su marido discutieron sobre temas del hogar, y él terminó golpeándola.
“Recuerdo vívidamente lo que ocurrió aquel viernes por la mañana”, dice Muna. “Mi marido me causó graves heridas en el cuerpo. Salí de la casa para buscar ayuda médica y escapar de él”.
Por suerte para Muna, el mismo día de su terrible experiencia, el campamento de desplazados internos estaba siendo visitado por el equipo de violencia de género de la Organización de Educación Rural y Desarrollo Agrícola, que cuenta con el apoyo de UNFPA Somalia. Muna recibió atención médica y asesoramiento psicosocial.
El UNFPA ofrece asistencia psicosocial, tratamiento médico y kits de asistencia tras violación para supervivientes, y promueve el derecho de todas las mujeres y niñas a vivir libres de violencia y abusos.
El apoyo continuo “me ha ayudado a recuperar mi autoestima y mi valor”, reconoce Muna.
Reunirse con— y creerles— a las supervivientes
En Marruecos, Somalia y en todo el mundo, las entidades de la ONU ayudan a prevenir la violencia de género.
Pero cuando esa violencia se produce, las entidades de la ONU también trabajan para apoyar a las supervivientes. Ese primer contacto, cuando una superviviente se acerca a alguien en busca de ayuda, es fundamental.
“Hace falta mucha determinación y valor para que las mujeres pidan apoyo a la policía”, dice Saliha Najeh, Jefa de la Unidad de Policía, de Casablanca, para Mujeres Víctimas de la Violencia. “Nuestro papel es dar a las supervivientes todo el tiempo que necesiten para sentirse seguras y cómodas, y para que confíen en nosotros lo suficiente como para contar su historia”.
En los últimos años, ONU Mujeres ha apoyado al Gobierno marroquí en la reestructuración del cuerpo de policía nacional para apoyar mejor a las supervivientes y prevenir la violencia contra las mujeres. En 132 comisarías de policía, las unidades para mujeres víctimas de la violencia ahora no sólo investigan los casos, sino que también hacen que el contacto inicial de las mujeres con la policía sea lo mejor posible, al escuchar, grabar, acompañar y hacer derivaciones.
Cuando Layla finalmente acudió a la comisaría, se sintió aliviada cuando una mujer policía la recibió. “Lo primero que me dijo fue que todo tiene solución. Sus palabras me animaron a contarle toda la historia. Me escuchó con mucho cuidado y atención”.
“Reunirme con ella", dice Layla, “me hizo ver que aún tenía una oportunidad de recuperar mi vida”.
Y así lo ha hecho ella. Layla tiene ahora una hija. Sentada en el refugio para madres solteras al que la policía la remitió, Layla sostiene la pequeña mano de su hija. “Ella es mi esperanza”, dice Layla. “Hace poco terminé mi licenciatura en matemáticas. Yo estudiaba mientras cuidaba a mi bebé en el refugio”.
*Nombre cambiado para proteger la identidad de la superviviente.
La historia se basa en dos historias publicadas originalmente en los sitios web de ONU Somalia y ONU Mujeres. La historia de Somalia fue producida por ONU Somalia y la historia de Marruecos fue producida por ONU Mujeres.
Elie Baaklini y Paul VanDeCarr, de la Oficina de Coordinación del Desarrollo (OCD), prestaron apoyo editorial. Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Somalia, visite Somalia.UN.org. Para saber más sobre los resultados de nuestro trabajo en este ámbito y en otros, lea el informe de la presidenta del GNUDS sobre la OCD.