El equipo de Naciones Unidas en Yemen lanza una campaña para evitar el catastrófico vertido de petróleo de un decadente buque cisterna en el Mar Rojo
Con sus altas montañas, abundantes lluvias y exuberantes tierras fértiles, la República de Yemen, en el sur de la península arábiga, era conocida en la antigüedad como ‘la Tierra Feliz’, o Félix Arabia en latín.
Hoy en día, este nombre es cada vez más difícil de justificar. Tras más de siete años de guerra civil, una emergencia sanitaria mundial y un fuerte aumento de los precios de los alimentos tras la invasión rusa de Ucrania, los niveles de hambre e inseguridad alimentaria han alcanzado nuevos máximos en el otrora verde Estado montañoso. El Programa Mundial de Alimentos – la entidad de las Naciones Unidas para la alimentación – calcula que más de 20 millones de personas en Yemen sufren inseguridad alimentaria, y 161.000 corren el riesgo de padecer hambruna en los próximos meses.
Vidas y medios de subsistencia en toda la Península Arábiga penden de un hilo. Para Najeeb Salem, un pescador de 27 años de la gobernación de Al-Hodeidah, en la costa occidental de Yemen, el impacto combinado de la guerra civil y la pandemia de la COVID-19 ha sido perjudicial para sus ingresos y ha hecho cada vez más difícil mantener a su familia de seis miembros. Hablando con la oficina del coordinador residente de las Naciones Unidas en Yemen, explicó:
"Nuestra situación como pescadores era mucho mejor antes de la guerra. Nos afectó económica y psicológicamente el intenso terror resultante de los bombardeos. Lo que empeoró la situación fue la COVID-19, ya que estábamos obligados a un horario de trabajo limitado y los procedimientos eran estrictos. Debido a las limitaciones de tiempo y a los estrictos procedimientos, no pudimos cubrir nuestras necesidades diarias."
Pero para Najeeb y otras comunidades pesqueras de la costa de Al-Hodeidah, no son sólo las presiones de la guerra y la pandemia mundial las que se ciernen sobre ellos. A cinco millas náuticas de la costa del Mar Rojo se encuentra el FSO Safer: un buque petrolero en rápido deterioro, lo que David Gressly, el coordinador residente y de asuntos humanitarios de las Naciones Unidas para Yemen, describió como una "bomba de tiempo a contrareloj".
Construido originalmente en 1976 como súper buque petrolero y convertido en una instalación flotante de almacenamiento y descarga una década más tarde, el navío contiene un estimado de 1,14 millones de barriles de crudo ligero – lo que equivale a cuatro veces la cantidad del infame derrame de petróleo del Exxon Valdez en 1989.
Las operaciones de mantenimiento del petrolero se suspendieron en 2015 a medida que se intensificaba la guerra civil. Desde entonces, el buque se ha deteriorado de forma irreparable y ahora corre el riesgo inminente de derramar millones de barriles de petróleo en el Mar Rojo y sus alrededores.
El impacto ecológico y humanitario de ese vertido en pueblos pesqueros como el de Najeeb sería pernicioso. El Sr. Gressly advirtió que las comunidades pesqueras serían las más afectadas:
“Las comunidades pesqueras quedarían devastadas, con la posibilidad de que se eliminen hasta 200.000 puestos de trabajo de la noche a la mañana. Esta industria mantiene a más de 2 millones de personas, directa o indirectamente. Familias enteras estarían expuestas a los contaminantes. Millones de personas se verían obligadas a respirar un aire más contaminado”.
Un derrame de petróleo también tendría daños duraderos en los prístinos arrecifes de coral y manglares del Mar Rojo. La oficina del coordinador residente en Yemen ha advertido que se necesitarían hasta 25 años para repoblar las pesquerías y que el coste de la limpieza se estima en 20.000 millones de dólares.
Además de las implicaciones medioambientales, un vertido de petróleo también obligaría a cerrar los principales puertos de Hodeidah y Saleef, que suministran la mayor parte de los alimentos, el combustible y los productos básicos a Yemen.
En abril de 2022, la oficina del coordinador residente de las Naciones Unidas en Yemen y la Oficina de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), con el apoyo del Gobierno de Adén, pusieron en marcha un plan para evitar esta gran catástrofe humanitaria y ecológica.
El plan, coordinado por las Naciones Unidas, consta de dos vertientes clave: instalar un buque de sustitución a largo plazo en los próximos 18 meses y llevar a cabo una operación de emergencia urgente de cuatro meses para transferir el petróleo del Safer a un contenedor temporal seguro.
El plan contribuiría en gran medida a minimizar el riesgo de un enorme vertido de petróleo en el Mar Rojo y ayudaría a proteger a las comunidades pesqueras de la costa de Al-Hodeidah frente al riesgo de sufrir años de daños ecológicos y económicos. Pero dicho plan depende de un mecanismo de financiación urgente.
A principios del mes pasado, el Reino de los Países Bajos y las Naciones Unidas organizaron en La Haya una reunión de donantes para movilizar fondos y apoyo al plan coordinado por las Naciones Unidas para hacer frente a la amenaza. Hasta ahora, sólo se han recibido 60 millones de dólares de los 80 necesarios para iniciar la operación de emergencia.
La prioridad inmediata es cubrir este déficit de financiación, explicó hoy el coordinador residente y de asuntos humanitarios de las Naciones Unidas para Yemen en el lanzamiento de un nuevo llamamiento de financiación público.
En declaraciones a los periodistas en una sesión informativa en línea desde el Centro de Saná, el Sr. Gressly explicó que la campaña de redes sociales #StopRedSeaSpill tiene como objetivo recaudar 5 millones de dólares en donaciones públicas para finales de junio, con el fin de comenzar a trabajar en las operaciones de emergencia a principios de julio:
"Estamos intentando llegar a esta cifra de 80 millones de dólares a finales de este mes, eso es factible, pero va a hacer falta un impulso y por eso hacemos un llamamiento al público para que nos ayude a cruzar la línea de meta."
El margen para llevar a cabo una operación de este tipo es extremadamente estrecho. A partir de finales de septiembre, los fuertes vientos y las corrientes volátiles harían más peligrosa la operación de emergencia.
"Cada día que pasa es un día más que corremos un riesgo, una posibilidad de que este petrolero se rompa y se produzca la catástrofe. Hay demasiado en juego para dejar que esto ocurra".
El coste de la inacción para Yemen y las comunidades pesqueras del Mar Rojo es alto.
Para proteger a comunidades como la de Najeeb de una catástrofe medioambiental que, como ha advertido hoy el Coordinador Residente y Humanitario, "no es una posibilidad sino una certeza", las Naciones Unidas necesitan un mecanismo de financiación urgente para poner en marcha su plan de emergencia.
Para muchas familias como la de Najeeb, que viven en la costa de Al-Hodeidah, la vida ya es de por sí frágil sin más shocks.
"La pesca es mi único medio de vida", explicó Najeeb. "Si me ausento un solo día, mi familia no podrá comer, ni siquiera una comida".
Esta pieza noticiosa ha sido elaborada por la Oficina de Coordinación del Desarrollo de las Naciones Unidas, a partir de una historia anterior escrita en árabe por Sabrin Al-Aghbari, oficial de comunicación y promoción de la oficina del coordinador residente de las Naciones Unidas en Yemen.
Para saber más sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Yemen, visite: Yemen.UN.org.
También puede obtener más información en inglés sobre la campaña relativa al petrolero FSO-Safer, incluyendo cómo hacer donaciones, aquí.