El programa “Criança Feliz” refuerza el desarrollo de los niños y niñas brasileños que viven en la pobreza

La vendedora ambulante Nereide Fernandes, de 49 años, vio su vida fuertemente afectada por la pandemia de COVID-19, al igual que una parte importante de la población brasileña. Viviendo en São Paulo, Fernandes perdió su trabajo y tuvo dificultades para cuidar de su hija Melissa, de 2 años, que tiene síndrome de Down.
Ella y su marido, Araciaene Ferreira, de 49 años, también vendedor ambulante, lucharon por salir adelante, viéndose incapaces de comprar comida o pagar el alquiler. La situación de extrema pobreza, combinada con el estrés del aislamiento y el miedo a las infecciones, contribuyeron a rebajar los ánimos en el hogar.
Las condiciones no mejoraron hasta mediados de 2020, cuando la pareja empezó a recibir ayuda de emergencia del gobierno y la ayuda de orgnaizaciones no gubernamentales (ONG) y vecinos. “Yo recibo donaciones de comida, juguetes. Nadie es tan pobre en Brasil que no pueda ayudar a los demás”, dice Fernandes en una entrevista con el PNUD Brasil.
Las dificultades del aislamiento social también fueron mitigadas por el Programa “Criança Feliz” (Niño Feliz), una iniciativa del gobierno federal apoyada por el Fondo Conjunto para los ODS (Joint SDG Fund, en inglés) que tiene como objetivo impulsar el desarrollo infantil temprano en familias vulnerables a través de visitas a domicilio. Durante la pandemia, estas visitas se han realizado principalmente a distancia.
Por teléfono o por Internet, profesionales formados del Programa recomiendan actividades y juegos para estimular el desarrollo cognitivo, la coordinación motriz y la comunicación de los niños y niñas. “Recibo dos o tres sugerencias de actividades a la semana, y las hago todos los días. Cuando tengo dudas, envío un mensaje”, dice Fernandes, que utiliza la conexión a Internet de su vecino.
Fernandes afirma que el Programa ayuda a estructurar la rutina de su hija durante la pandemia, apoyando su desarrollo incluso en una situación de aislamiento social y dificultades económicas.
“A menudo, tenemos dudas sobre cómo cuidar a Melissa debido al síndrome de Down. Pero gracias al Programa 'Criança Feliz' hemos aprendido que es totalmente independiente. Basta con un poco de paciencia para explicarle y enseñarle”, señala.
“Esas actividades son muy buenas porque hacen que el tiempo vuele, mientras nosotros cuidamos de la niña. También es positivo para nosotros, una vez que ayuda a levantar el ánimo”, dice Fernandes, cuyo marido recibe tratamiento para un trastorno neurológico, que se intensificó durante la pandemia.

Tainize Silva dos Santos, de 21 años, trabaja como pescadora en el estado de Bahía. Su hijo, Alessandro, de 1 año, también es beneficiario del programa 'Criança Feliz'. Santos cuenta con el apoyo de la abuela del niño para conciliar su trabajo en la captura de mariscos con el cuidado de su hijo.
En la pandemia, las ventas del producto cayeron bruscamente y, actualmente, dos Santos sólo pesca para el consumo de la familia. En una residencia de dos habitaciones, realiza todos los días las actividades propuestas por el programa 'Criança Feliz'.
“Sólo tengo tiempo por la noche porque, durante el día, organizo la casa, voy a pescar. Pero Alessandro está evolucionando bien. El programa le ha ayudado mucho, el niño se siente animado. Se ha vuelto más perspicaz, ha empezado a coger el lápiz y ahora pinta solo”.
Los kits que se distribuyen a los beneficiarios incluyen lápices de colores, papeles, pelotas, pinturas y plastilina, entre otras cosas. La iniciativa atiende a unos 900.000 niños y niñas en casi 3.000 municipios brasileños.
Una investigación publicada en enero en el ámbito de un proyecto del PNUD con la Fundación Bernard van Leer mostró que, a pesar de las dificultades generadas por la pandemia, el programa 'Criança Feliz' sigue siendo bien evaluado por las familias. El estudio realizó 128 entrevistas el año pasado con supervisores, visitadores, cuidadores, familiares y líderes locales de seis ciudades brasileñas.

Entre las principales conclusiones, el informe indica que hubo una mejora en la comunicación entre los cuidadores y los niños y las niñas, y se intensificaron los vínculos familiares y hubo una percepción más amplia de la importancia de los estímulos para el desarrollo infantil. Entre los desafíos mencionados en el estudio se encuentran la falta de disponibilidad de tiempo - principalmente debido a la sobrecarga de trabajo de las madres, la falta de espacio en los hogares y el escaso compromiso de los hombres en las actividades.
Desde el comienzo de la pandemia, las familias beneficiarias han tenido que hacer una serie de adaptaciones en su rutina, una vez que las actividades que antes realizaban las visitas empezaron a ser llevadas a cabo por las madres, los padres y los cuidadores.
“Encontramos la manera de jugar dentro de nuestra casa, que es muy pequeña. Atamos una silla a la otra con un tendedero con pinzas de colores. Luego le decimos que coja una de cada color”, declara Fernandes. “También utilizamos cartones para cortar y pintar. Incluso tenemos una tarea para hacer en este momento: ayudar a Melissa a identificar una caja llena y otra vacía. Otra actividad sirve para estimular la sensibilidad, hacer que perciba lo seco y lo húmedo, el frío y el calor”, informa.
Aunque las actividades se desarrollen sin problemas, tanto Fernandes como dos Santos afirman que prefieren las visitas presenciales, ya que éstas intensifican la interacción de los niños y niñas con otras personas además de sus familiares.
“Hoy, los visitadores me entregan el kit en persona, con distancia física. Está bien así, pero el regreso de las visitas totalmente presenciales sería mejor, porque mi hijo interactúa más, habla más", dice dos Santos, consciente de que esto sólo será posible cuando sea seguro hacerlo de la forma presencial nuevamente.
“No es fácil, pero tenemos que adaptarnos. Sabemos que nuestra hija necesita este apoyo, así que tenemos que hacer un esfuerzo”, subraya Fernandes.
La vendedora ambulante recuerda con cariño un momento, antes de la pandemia, en el que la visitante del Programa creó un espectáculo de marionetas en su cocina. “Lo montó todo con una caja de cartón, trajo los muñecos y le contó muchos cuentos a Melissa”, recuerda Fernandes. “¡Estaba totalmente encantada!”.
Sobre el Fondo Conjunto para los ODS en Brasil
El Fondo Conjunto para los ODS es un programa de las Naciones Unidas que, en Brasil, busca fortalecer los servicios públicos dirigidos a la primera infancia mediante el apoyo al programa 'Criança Feliz'.
Las entidades asociadas al Programa en el país son el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y ONU Mujeres.
Para ONU Brasil, las intervenciones integradas en la primera infancia son cruciales para mejorar la vida de las familias y las comunidades. La inversión en el desarrollo infantil es una de las estrategias más eficaces para que un país elimine la pobreza extrema, promueva el crecimiento económico inclusivo y amplíe la igualdad de oportunidades.
En este sentido, el Fondo Conjunto para los ODS tiene como objetivo aumentar la participación y permanencia de los municipios elegibles para el programa 'Criança Feliz'; ampliar el número de beneficiarios; fortalecer las capacidades de los profesionales y la calidad de las intervenciones multisectoriales y apoyar al Ministerio de Ciudadanía en las intervenciones y acciones dirigidas a niños y niñas y mujeres embarazadas.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en el Fondo Conjunto para los ODS. Para más información sobre el trabajo realizado en Brasil, visite Brazil.UN.org. Para obtener más información sobre los resultados de nuestro trabajo en este ámbito y en otros, visite el Informe digital de la Presidencia del Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.