"Estamos con ustedes": En Sudáfrica, los centros de atención a las supervivientes de violaciones dan esperanzas ante el creciente número de casos
Lerato — no es su nombre real — es una estudiante de 20 años de primer año en la universidad local. Se acomoda en su silla a unos metros de donde estoy sentada con la cabeza fija en el suelo. Parece triste, cansada y abatida, y evita cualquier contacto visual, como si se avergonzara de lo que vamos a hablar.
Durante los aproximadamente diez minutos que duró nuestra charla, dio respuestas cortas y vacilantes. Vestida con una camiseta rosa de tirantes y unos vaqueros desteñidos, y con un pequeño bolso amarillo sobre el regazo, Lerato había acudido a su segunda evaluación en un centro de atención a supervivientes de violaciones.
Aproximadamente una semana antes, Lerato volvía a casa de las tiendas en una tranquila tarde de sábado cuando un automóvil se detuvo bruscamente en medio de la carretera y dos hombres la arrastraron violentamente al interior del vehículo, antes de marcharse a toda velocidad. El automóvil se detuvo entonces en un lugar oscuro. Conmocionada e indefensa — y antes de que pudiera asimilar lo que estaba sucediendo, uno de los hombres la violó mientras el otro la observaba.
De la noche a la mañana, Lerato se convirtió en una de las supervivientes más recientes de la violencia sexual contra las mujeres en Sudáfrica. Según las estadísticas policiales, hubo 53.295 delitos sexuales denunciados durante los 12 meses comprendidos entre abril de 2019 y marzo de 2020, lo que supone un aumento del 1,7% con respecto al período anterior. Esto equivale a un delito sexual cada diez minutos. Y estos son solo los casos denunciados a la policía. Los expertos creen que la mayoría de los delitos nunca se denuncian.
Estamos con ustedes
Algunas mujeres, como Lerato, acaban en centros de atención creados para ayudar a las supervivientes de la violencia sexual. Hay más de 50 centros de este tipo repartidos por toda Sudáfrica, que sirven de instalaciones de atención de “ventanilla única” o puestos de primera línea en la lucha contra la violación. Su función principal es “reducir la victimización secundaria, mejorar las tasas de condena y reducir el tiempo" entre el momento en que se comete un delito y el momento en que el autor es finalmente condenado. Los centros están anexos o situados cerca de los hospitales, lo que garantiza que las supervivientes tengan acceso a la atención médica urgente.
Una de dichas instalaciones es el centro de atención Sinawe Thuthuzela, situado en la pequeña ciudad de Mthatha, en la provincia del Cabo Oriental. Sinawe significa "estamos contigo" en xhosa, una de las once lenguas oficiales del país. Fue en este centro donde la Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Sudáfrica, Nardos Bekele-Thomas, y su equipo—entre los que se encontraba la directora de ONU Mujeres en el sur de África, Anne Githuku-Shongwe—se reunieron para firmar un acuerdo con el gobierno para reactivar los centros de atención locales en dificultades, entre otros proyectos.
El plan conjunto del equipo de las Naciones Unidas en el país y el Gobierno consiste en poner a prueba un enfoque de desarrollo dirigido a los distritos específicos identificados como más vulnerables a los cuellos de botella a nivel operativo. Dichos atascos operativos han ralentizado la prestación de servicios sociales básicos a las comunidades locales. Se espera que tres distritos de las provincias de Cabo Oriental, Limpopo y KwaZulu-Natal se beneficien del programa denominado “modelo de desarrollo del distrito” (“the district development model”, en inglés).
El impacto de los Centros Thuthuzela
Durante muchos años, los centros de crisis de ventanilla única hicieron notables progresos para estar a la altura de las expectativas.
En 2012-2013, el Centro Sinawe ganó un premio por ser el centro de atención mejor gestionado de Sudáfrica.
La Dra. Nomonde Ndyalvan, una mujer enérgica y muy motivada, dirige el Centro Sinawe, situado frente al Hospital General provincial de Mthatha. Ella es una activista en cuestiones de género, discapacidad y salud mental.
La doctora Ndyalvan, de 53 años, empezó como voluntaria en 2002, un año después de la creación del Centro Sinawe. A pesar de los cuatiosos y grandes obstáculos a los que se enfrenta como directora, la Dra. Ndyalvan muestra una gran dedicación cuando empieza a hablar de su trabajo en el centro.
“La dirección necesitaba médicos, consejeros, especialistas en salud mental y enfermeras para venir a trabajar aquí. Suponía un reto a nivel emocional el saber cómo violaban a las mujeres", recuerda. La Dra. Ndyalvan, que es discapacitada, dice que, como activista de la discapacidad, “me di cuenta de que las personas discapacitadas eran blancos de violaciones. Y las estadísticas al respecto son elevadas”.
Atención a tiempo completo
Impactada por la enormidad de la violencia sexual en el distrito, la Dra. Ndyalvan optó por trabajar a tiempo completo en el centro en marzo de 2009. “No había ningún médico a tiempo completo. Las pacientes esperaban todo el día a que vinieran los médicos universitarios, y ellas sólo eran atendidas por la noche”.
Con el paso de los años, el modelo Thuthuzela fue ganando fama. Los informes de incidentes de las supervivientes de violaciones se dispararon a medida que más mujeres se sentían lo suficientemente seguras como para denunciar los casos a la policía y a los centros de atención. Los fiscales mejoraron su actuación y el resultado fue un alto índice de condenas a los delincuentes. Como los centros de atención ofrecían entornos dignos y acogedores, redujeron el trauma secundario entre las supervivientes.
“Ahora atendemos entre 60 y 80 pacientes al mes en temporada baja”, dice la Dra. Ndyalvan, sentada tras la mesa de su despacho, el cual queda en las proximidades del Hospital General de Mthatha. “Durante las vacaciones y las temporadas festivas, los casos de violación suben a entre 100 y 120 al mes. Atendemos a pacientes (que se encontraban) hasta a 200 km de distancia”. El centro atiende a personas incluso que están fuera de OR Tambo, que constituye uno de los municipios más pobres de la provincia del Cabo Oriental, la cual es a su vez la más castigada por la pobreza de las nueve provincias de Sudáfrica.
El reto para la ONU y el Gobierno es restaurar los centros de atención para que Sudáfrica pueda encontrar soluciones duraderas a la lacra de la violencia sexual, también conocida como violencia de género.
Artículo escrito por Masimba Tafirenyika, ONU Sudáfrica. Apoyo editorial de Paul VanDeCarr, Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Sudáfrica, visite SouthAfrica.UN.org. Para saber más sobre los resultados de nuestro trabajo en este ámbito y en otros, visite el informe de la presidenta del Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.