Hacer que la educación sea segura para los niños y niñas con albinismo en Malawi
Chinsisi Jafali, un joven de 14 años con albinismo, sabe que ir a la escuela supon eun prospecto arriesgado, pero es un riesgo que está dispuesto a asumir. “Tengo seis hermanos y hermanas que están a cargo de mi madre”, dice. “Sacar adelante a toda la familia ha sido excepcionalmente difícil para mi madre. Su lucha por nuestra supervivencia me motiva a ir a la escuela y trabajar duro, para poder ayudar a mi familia en el futuro.”
Una de cada 130 personas en Malawi tiene albinismo, más de 134.000 en total. De ellos, el 40% (unas 53.000 personas) están dentro del rango de edad usual par asistir a la escuela primaria y a secundaria. Sin embargo, asistir a la escuela les pone en grave peligro. En algunas comunidades se les ataca o incluso se les mata por las partes de su cuerpo, respecto a las cuales existe la errónea creencia de que poseen poderes mágicos. En los últimos cinco años se han denunciado más de 160 casos de asesinatos y otras violaciones de los derechos humanos contra personas con albinismo en el país, y también se han producido casos similares en las vecinas Tanzania y Mozambique.
“Algunos padres tienen tanto miedo de enviar a sus hijos con albinismo a la escuela que menos niños y niñas con albinismo tienen acceso a la educación”, afirma María José Torres, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas, la funcionaria humanitaria de mayor rango de la ONU en Malawi. También señala que, al ser muchos de ellos discapacitados visuales, la falta de escuelas que ofrezcan educación especial también limita sus posibilidades de recibir una educación de calidad.
Lucha por la supervivencia, y escolarización
A pesar de su difícil situación, muchos niños y niñas con albinismo están desafiendo las probabilidades para continuar en la escuela en busca de un futuro mejor. Chinsisi, de la aldea de Kunaunje, en el distrito de Salima, en la región central de Malawi, es uno de estos valientes niños y niñas.
Cuando Chinsisi perdió a su padre a los 4 años, mucha gente de su pueblo pensó que su futuro estaba acabado. Ser criado por una madre soltera en una familia pobre de por si iba a resultar siempre difícil, especialmente con la agricultura de subsistencia a pequeña escala como único medio de subsistencia tangible.
Diez años después, Chinsinsi estudia en una escuela primaria del distrito: normalmente, a su edad, debería estar terminando la educación primaria, pero no es raro en Malawi que haya niños y niñas mayores en cursos inferiores, esto debido a múltiples factores como la deserción escolar, la tardanza en el inicio de la escolarización, la repetición de cursos y el inadecuado apoyo al aprendizaje.
“Repetí algunos cursos porque me costaba aprender con mi problema de vista. No podía ver con claridad lo que los profesores escribían en la pizarra. Pero ahora me siento delante y los profesores escriben con letras más grandes que antes para que pueda leer bien. Mi rendimiento en clase ha mejorado, lo que me hace sentir bien”, dice.
Crear un entorno de aprendizaje seguro
Gracias a la colaboración entre la escuela y la comunidad, en el marco del Programa Conjunto para la Educación de las Niñas (Joint Programme on Girls Education, JPGE, en inglés), apoyado por las Naciones Unidas y el Gobierno noruego, estudiantes como Chinsisi estudian ahora en un entorno más seguro. Para ello, la escuela, la comunidad local y la policía se han comprometido a poner fin a la violencia contra las niñas y los niños con albinismo.
También han enseñado a los estudiantes a protegerse: como parte del programa, Chinsisi y otros estudiantes con albinismo recibieron un dispositivo de alarma para alertar a la gente y a las autoridades de seguridad cuando se enfrentan a ataques. “Yo solía tener mucho miedo cuando iba a la escuela y me costaba concentrarme en mis estudios antes de recibir la alarma. Ahora es una de mis armas contra cualquier amenaza que se me presente”, dice.
“Los niños y niñas con discapacidades solían tener poca asistencia y bajo rendimiento, pero eso ha cambiado”, dice el director de la escuela, Vincent Selemani. “Chinsisi es uno de los estudiantes que se benefician de un entorno de aprendizaje mejorado y más seguro. Ahora puede ir andando desde su casa y estar en la escuela sin preocuparse por su seguridad”.
La educación no es un lujo, es un derecho
Torres afirma que, a través del programa de educación de las niñas, UNICEF, el PMA y el UNFPA colaboran con el Gobierno de Malawi, los gobiernos locales, las organizaciones no gubernamentales (ONG), las escuelas y las comunidades para abordar los problemas profundamente arraigados que dificultan el acceso de las niñas y otros niños y niñas vulnerables a una educación de calidad.
“Para cualquier niño y niñas, en cualquier lugar, la educación no es un lujo. Es una necesidad y un derecho fundamental, independientemente de su estatus”, afirma la Sra. Torres, en nombre de las Naciones Unidas. “Educar a las niñas y niñas con albinismo nos ayuda a no dejar a nadie atrás” .
"La educación crea emprendedores, una mano de obra cualificada, más consumidores y comunidades más prósperas. Una chica adolescente sana, educada y empoderada, o un chico con albinismo, tiene el potencial único de romper el ciclo de la pobreza para ella, su familia y su país”.
Desde que el programa está en marcha, apoyando a las escuelas de los distritos de Salima, Dedza y Mangochi, el abandono escolar se ha reducido de alrededor del 16%, a cerca del 5%. Además de poner fin a la violencia y mejorar la calidad del aprendizaje, el programa proporciona raciones de comida a estudiantes como Chinsisi, quienes de otro modo pasarían hambre, y promueve el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva adaptados a los jóvenes en pro de reducir los embarazos de adolescentes.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en el sitio web de Noticias ONU el 26 de mayo de 2020.