Impulso a los agricultores tradicionales y a los pequeños empresarios azerbaiyanos durante la COVID-19

En cualquier mesa en Azerbaiyán, usted encontrará frutos secos y mermeladas. Hay mermeladas de cereza, ciruela, pera, melocotón, frambuesa y fresa. Y luego están las mermeladas más exóticas hechas con granadas, calabazas, pétalos de rosa, nueces y sandías.
De hecho, los azerbaiyanos sólo bromean a medias cuando dicen que la mermelada se puede hacer con cualquier cosa, si se le añade azúcar.
La mermelada ocupa un lugar importante en la cultura y la economía azerbaiyanas.
Cuando la pandemia de la COVID-19 golpeó, diferentes aspectos de la cadena de producción de mermelada, desde los agricultores hasta los distribuidores, se vieron afectados, contribuyendo a las pérdidas socioeconómicas en todas las comunidades.
Para recuperarse mejor juntos, el equipo de las Naciones Unidas en Azerbaiyán ha apoyado iniciativas locales que han contribuido a recuperar este elemento clave de la cultura y la economía locales, protegiendo al mismo tiempo las vidas y los medios de subsistencia.
Convertir un pasatiempo en un negocio
Un año antes del brote de COVID-19, Tahmina Isayeva puso en marcha un pequeño negocio de producción y venta de frutas desecadas. Ella utilizaba un método tradicional, pero que requería mucho tiempo, para secar las frutas de forma natural bajo el sol.
“Al principio, era mi pasatiempo”, dice Tahmina. Los comienzos de su negocio “fueron bastante buenos y [sus] conocidos se convirtieron en los primeros clientes”. En un año produjo cerca de “300 kilogramos de fruta desecada”, mientras realizaba ella misma toda la recolección o compra de sus materias primas.
“La pandemia supuso un gran desafío para mi empresa”, recuerda Tahmina, y para mantener su empresa en marcha, buscó apoyo uniéndose a un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para ayudar a personas como ella.
Adquirió conocimientos técnicos para gestionar su negocio de forma más eficaz, al tiempo que recibía apoyo adicional del Centro de recursos para las mujeres de Zaqatala, una iniciativa de empoderamiento de la mujer creada por el Comité Estatal de Azerbaiyán para Asuntos de la Familia, la Mujer y la Infancia y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Tahmina tuvo éxito y se convirtió en la primera productora comercial de fruta desecada de su localidad.
Pero su objetivo no era simplemente ganar más dinero para sí misma. También quería ayudar a otras mujeres como ella a obtener ingresos adicionales a través de pequeñas iniciativas empresariales.
“Busqué formas de mejorar mi negocio y comencé a involucrar a otras mujeres en el proceso de producción”, dijo Tahmina.
Aprovechar las nuevas técnicas agrícolas

Las frutas y las verduras también son especialmente importantes para otro agricultor azerbaiyano, Jalal Alakbarov. Su familia lleva muchos años en el negocio, basándose sobre todo en métodos de producción tradicionales. Como parte de una nueva generación de agricultores, Jalal busca regularmente innovar y mejorar el negocio familiar.
Él fue una de las personas que asistió a uno de los programas especiales de formación de la FAO, aprendiendo a mejorar el negocio agrícola, llegar a más mercados y garantizar la seguridad alimentaria y nutricional.
“He ganado experiencia en ámbitos que van desde el cultivo a la lucha antiparasitaria. Por ejemplo, he decidido utilizar invernaderos en lugar de cultivar mis productos en un terreno abierto. En 10 años, he conseguido aumentar el rendimiento y la rentabilidad de mi explotación agrícola”, afirma Jalal.
El negocio de Jalal también se enfrentó a retos tras el brote de COVID-19. Las medidas de cuarentena para evitar la propagación del virus supusieron un shock. Al disminuir los ingresos, también lo hizo el consumo, y los precios de mercado de las frutas y verduras bajaron.
Pero aprovechó los conocimientos adquiridos en las formaciones de la FAO. Y, como "los médicos recomendaron [a la gente] comer alimentos saludables e incluir frutas y verduras en [su dieta durante la pandemia]", Jalal tenía los conocimientos necesarios para aprovechar la oportunidad y compensar los menores precios de mercado de sus productos.
El trabajo duro rinde sus frutos

Isa Aliyev es otro exitoso productor local de frutas y mermeladas en Azerbaiyán. Su especialidad son las mermeladas caseras de fresa, pera, cereza y pétalos de rosa de té. Pero es su mermelada de nueces verdes la que buscan los clientes.
La elaboración de la mermelada de nueces es un proceso largo que implica muchas etapas de preparación y un meticuloso cronometraje. “Es nuestra principal fuente de negocio”, dice Isa. “Resulta bastante rentable, pero al mismo tiempo supone un proceso realmente complejo y largo, ya que se puede tardar hasta 15 días en tener el producto listo para la venta”.
Aunque el poder adquisitivo de los consumidores se redujo casi cinco veces durante la pandemia, Isa no se rindió. En lugar de pensar que la pandemia interrumpió el estilo de vida, lo ve más bien como una oportunidad para reflexionar.
“El té en Azerbaiyán se sirve tradicionalmente con mermeladas, de modo que nuestros productos volverán a tener demanda”, dijo Isa, sonriendo.
Con el deseo de mejorar sus prácticas y negocios, Tahmina, Jalal e Isa han estado en contacto con la FAO. Durante más de una década, la FAO, junto con el Gobierno de Azerbaiyán y otros asociados, entre ellos la Unión Europea, ha puesto en marcha programas para impulsar los conocimientos de las comunidades agrícolas de Azerbaiyán.
Recientemente, el PNUD puso en marcha programas similares para proporcionar medios de vida resilientes a los agricultores de hortalizas y frutas del país.
Estas iniciativas pretenden apoyar a Azerbaiyán para que avance hacia una economía más diversificada y eficiente que pueda acelerar el progreso hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Este artículo se basa en el contenido publicado anteriormente por la ONU en Azerbaiyán. La versión adaptada fue producida con el apoyo editorial del equipo de redacción de la Oficina de Coordinación del Desarrollo, con especial agradecimiento a nuestros colegas del equipo de las Naciones Unidas en el país y de la FAO en Azerbaiyán.
















