Las mujeres indígenas Naso Tjër Di están cambiando las normas culturales y consolidándose como modelos a seguir

Son las 4:00 a.m., el sol aún no despierta, pero las mujeres de Bonyic y Sieyic, en la Comarca Naso Tjër Di están listas para empezar su faena diaria.
La Comarca Naso Tjër Di está compuesta por 16 comunidades y se ubica en las riberas del Río Teribe en el distrito de Changuinola, en la Provincia de Bocas del Toro, a unos pocos kilómetros del Parque Internacional La Amistad, en el cual convergen las fronteras de Panamá y Costa Rica.
Rosibel Quintero e Isabel Sánchez viven en Bonyic, la única comunidad a la que se puede llegar por carretera desde Changuinola. Estas inspiradoras mujeres lideran la Organización de Mujeres Unidas de Bonyic (OMUB), la cual nace en 2004 para dar solución a los problemas de nutrición y alimentación que presentaban algunos niños y niñas que asistían a la escuela local.
Isabel Sánchez, quien era miembro del club de padres de familia de la escuela, viendo que algunos niños y niñas se desmayaban en los salones de clase, reunió a un grupo de mujeres para crear un huerto escolar con la finalidad de alimentar a los estudiantes, especialmente, aquellos que venían de comunidades más apartadas.
“En ese tiempo, no había subsidios, ni leche, ni tampoco las comidas nutricionales que suministran a los niños ahora, así que decidimos construir huertos”, dice Rosibel Quintero, quien preside la organización de mujeres.
Han pasado 17 años, y el sueño que empezó con un huerto escolar, ahora también es un negocio comunitario: En 2010, estas mujeres consiguieron financiación a través del Proyecto Binacional de cooperación entre Panamá y Costa Rica para poner en marcha una pequeña posada turística con un huerto comunitario, donde cosechan pepino, cacao, lechuga, plátano, tomate, culantro, ñame, entre otros cultivos tradicionales.
Los ingresos generados por la posada permitieron desarrollar la comunidad, mientras fomentaban el liderazgo entre las mujeres jóvenes, incentivándoles a continuar sus estudios universitarios.
En 2020, tras la llegada del COVID-19, la presencia de turistas cesó, dejando a estas mujeres lideresas sin ingresos fijos y con pocos recursos para alimentar a sus familias. De este modo, retomaron los huertos comunitarios, con el apoyo financiero del Programa de Pequeñas Donaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), añadiendo nuevos cultivos para garantizar su alimentación durante la crisis generada por el coronavirus.

“A nosotros no nos llegó ninguna ayuda del gobierno, así que agarrábamos un plátano, un ñame, una gallina y con eso alimentábamos a nuestros hijos”, añade Rosibel.
Mientras que las mujeres de Bonyic consideraban sus huertos como una forma segura de alimentar a sus familias durante la pandemia, los miembros de otra organización de productores, la Organización de Productores Naso Ooka, con sede en la comunidad de Sieyic, decidieron ir un paso más allá cultivando también para la venta.
Satisfacer la creciente demanda de alimentos ecológicos

“Antes de la pandemia, nosotros bajábamos a vender nuestros productos a las calles de Changuinola. Cuando llegó el COVID, todo fue incertidumbre, pero decidimos llevar nuestros productos a las casas de las personas, y logramos aumentar el número de clientes”, añade Leticia Martínez, Presidenta de Organización de Productores Naso Ooka.
Ella agregó que la pandemia, no solo les aumentó las ventas, sino que, además, las personas buscaban verduras y legumbres libres de químicos.
Leticia explica que, dado que Sieyic se ubica a varias horas en piragua y el combustible es muy costoso, los productores construyeron una balsa especial a remo que les permitían llevar una gran cantidad de pedidos de legumbres y verduras a sus clientes.
Por primera vez, empezaron a vender en Isla Colón navegando muchas horas a través de los caudalosos Río Teribe y Río Changuinola.
“Para nosotros los productores de Sieyic arriba, la venta de nuestros productos es muy difícil, porque es una comunidad muy distante, pero no es imposible”, concluye Leticia.
Apoyar la seguridad alimentaria

Tanto OMUB y Ooka, forman parte del grupo de 13 organizaciones de la Comarca que participaron en una jornada de fortalecimiento de capacidades para el mejoramiento de sus cultivos familiares organizada por el Ministerio de Desarrollo Social y el Ministerio de Desarrollo Agropecuario, con el apoyo del Sistema de las Naciones Unidas, a través de la FAO, así como otras instituciones de gobierno, como el Instituto de Investigación Agropecuaria (IDIAP), Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (INADEH) y el Instituto Nacional de la Mujer (INAMU).
Esta jornada de capacitación forma parte de las acciones identificadas a través de los Diálogos de Seguridad Alimentaria llevados a cabo por el Gobierno de Panamá, con el apoyo técnico y financiero del Sistema de las Naciones Unidas, a través de sus diversas agencias, fondos y programas.

Como mujeres líderes, Isabel, Leticia y Rosibel son un modelo para otras mujeres jóvenes que también están dispuestas a cambiar las normas culturales que las relegaban al cuidado y las tareas domésticas.
Estas mujeres indígenas promueven el fortalecimiento del liderazgo femenino desde la infancia y la adolescencia. Ellas están marcando un nuevo camino para las mujeres de sus comunidades.
* Comarca es el término que denota una circunscripción territorial en Panamá, la cual, si bien parece aparecer en el mapa como una provincia más de este país, en realidad es un territorio semiautónomo gobernado por el o los pueblos indígenas que lo habitan.
Escrito por Janibeth Miranda Plúa, Oficial de Comunicación e Información, CINU Panamá. Artículo publicado originalmente en ONU Panamá y Noticias ONU. Apoyo editorial de la Oficina de Coordinación del Desarrollo.
Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Panamá, visite Panama.UN.org.