Mujeres trans quieren un mundo más libre y equitativo

Desde que cada una de ellas tiene uso de memoria, las damas en el albergue llamado Casa de las Muñecas Tiresias han sido discriminadas.
Este albergue, ubicado en un barrio de escasos recursos, aloja hasta a 12 mujeres transgénero—o “mujeres trans”—a la vez.
Aunque las mujeres trans han sido un grupo históricamente excluido y discriminado por la sociedad en general, estas damas hicieron gala de su solidaridad, a principios de este año. Durante varios meses repartieron comida a otros habitantes de la comunidad de “La Casilda”. Ellas cada día repartían cerca de 80 comidas a personas de la comunidad, muchas de las cuales se encontraban viviendo en situación de calle.
A pesar que todavía afrontan la discriminación por parte de muchas personas, ellas y otras personas LGBTI en México cuentan con el apoyo de entidades de las Naciones Unidas, incluidas ONU Mujeres, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) y la Agencia de la ONU para los Refugiados (UNHCR / ACNUR).
Estas son sus historias:
Karen: “La discriminación empieza a muy temprana edad”

Karen Dawson Alavés Vega nació en Mexicali, Baja California y a los 4 años, por primera vez se vistió con ropa de mujer, a pesar de las reprimendas de su familia, ella decidió tomar su propio camino, en el que enfrentó diversas formas de discriminación.
“La discriminación empieza a muy temprana edad”, ella afirma. “La vives desde el primer contacto con tu familia. En los procesos educativos, primaria, secundaria, muchas veces vas a ver en la necesidad de abandonar ese nivel de educación básica porque no toleras el bullying de los compañeros”.
Lamentablemente, la discriminación no se detiene después de la escuela, agrega. “Como mujer transgénero es sumamente difícil que puedas conservar un trabajo. Hay muchas agresiones, las empresas se hacen de la vista gorda, si es que se atreven a contratar una persona trans.”
El sueño de Karen es poder conservar un empleo, estudiar una carrera. A ella le gustaría aprender varios idiomas, tal vez inglés, tal vez francés, coreano, chino, japonés.
Con toda la discriminación que ha enfrentado, Karen está comprometida con los principios básicos de la equidad. “No puedes dejar fuera de la sociedad a una persona porque no te parece su identidad, porque piensas que, si nació hombre entre comillas, forzosamente debe seguir esa línea social, por decirlo de alguna manera”.
Michelle: “Mucha gente no nos entiende”

Michelle Ríos Toledo es originaria de Minatitlán, Veracruz. Si bien ella nunca tuvo problemas con su mamá por su identidad de género, pero en la sociedad en general sí tuvo que enfrentar una doble discriminación, por ser mujer trans y por tener una discapacidad.
“Mucha gente discrimina a las chicas trans porque no nos entiende, no nos comprende”, dice Michelle. “No saben por qué nos sentimos así y por qué pensamos así.”
Michelle sueña con acabar sus estudios. Quiere terminar la primaria, la secundaria, la preparatoria y si le es posible, estudiar una carrera. Le gusta mucho el diseño de moda.
Ella recuerda: “somos seres humanos, que tenemos la oportunidad de escoger lo que queramos, decidir nuestra propia vida. Yo estoy en contra de la discriminación. Y no me refiero solamente a las chicas trans, sino a una persona discapacitada. Queremos vivir una vida buena”.
Alice: "Quiero una vida tranquila y una familia”

Alice Ingrid Polo Román es originaria de la Ciudad de México. Ella se dio cuenta de que es una mujer trans en la escuela, durante la preparatoria, en las clases de desarrollo personal en donde le hablaron de la comunidad LGBTI. Su familia no lo ha tomado bien.
Tuvo que dejar la escuela porque su familia no quiso que siguiera estudiado “por aquello de que estereotípicamente las mujeres trans únicamente tienen la posibilidad de trabajar como trabajadoras sexuales o como estilistas”.
Pero Alice ha ganado concursos de matemáticas, le atrae la ciencia y espera de alguna manera retomar sus estudios.
“Yo quiero tener una vida tranquila. O sea, lo que yo quiero es poder encontrar un trabajo que me guste. Yo soy lo que se considera una chica trans lesbiana. Yo tengo mi pareja, llevo dos años con ella. Ella me ha acompañado durante toda mi transición y mi sueño es estar con ella, apoyarla en todo y en algún momento me gustaría adoptar, tener una familia”.
Cata: Superviviente de trata de personas, “Pues la verdad todavía no me siento segura.”

Astrid Catalina Galiano Esquivel es originaria de Honduras. A sus 18 años de edad, ya tuvo que enfrentar el rechazo de su familia y fue sobreviviente de trata de personas en su país. Intentó huir dos veces y fue atrapada por su captor. La tercera vez, Cata tuvo éxito y escapó a México, hace un año.
“Desde que llegué a México, hace un año, he andado en albergues, porque yo entré siendo menor de edad, porque ya venía huyendo, porque ya no quería que me estuvieran prostituyendo, ya no quería más golpes, ya no quería más rechazo, ya no quería más discriminación”.
Pero a pesar de estar en México, el miedo no se ha ido de Cata por completo. “No es de un día para el otro que se va a borrar los recuerdos. Pues la verdad todavía no me siento segura.”
A Cata le gustaría que las mujeres trans vivieran en un mundo donde fueran libres e independientes, aceptadas por la sociedad, que las vieran como a cualquier chica normal, que no hubiera abuso ni maltrato.
Su sueño es vivir en Estados Unidos y poder trabajar en un salón de belleza. “Aquí en el albergue nos dan un taller que se llama cultura de belleza. Me encanta el estilismo y siempre he soñado con estar en una estética, tener muchos maquillajes, muchos químicos, para arreglarme el cabello y arreglárselo a las clientas”.
Nicky: “Yo siempre he trabajado en un escenario y entonces siempre me he enfrentado a la gente y ellas no.”

Nicky Castelán Mesawas nació en el sur de Veracruz. Su transición fue hace muchos años, hoy en día Nicky tiene 40 años. Es una ex intérprete de drag, tiene una hermana que también es trans, y ambas eran artistas drag. Pero Nicky eligió el camino de las drogas y eso la llevó a las calles y al trabajo sexual.
“Había mucho dinero, había muchísimo dinero—se acostumbra uno al dinero. Pero no me daba cuenta de los riesgos que había. A mí me golpearon, me violaron y vivo con VIH desde ese momento”.
La pandemia de COVID-19 afectó gravemente a las trabajadoras sexuales como Nicky y estuvo sin hogar durante unos meses hasta que recibió ayuda de la fundadora del refugio, Kenya Cuevas. En la actualidad, Nicky les da a las mujeres en el refugio talleres de actuación, danza, maquillaje y oratoria.
“Yo siempre he trabajado en un escenario y entonces siempre me he enfrentado a la gente y ellas no. Entonces yo me doy cuenta de que les daba mucho miedo comunicarse con la gente”, dice Nicky. "Y mi único sueño es que ellas cumplan los suyos. Yo les doy los talleres de actuación”.
Producido por ONU México, escrito por Gabriela Ramírez, UNIC México, con el apoyo editorial de Paul Vandecarr, Oficina de Coordinación del Desarrollo.
















