Respuesta de la ONU en Kenya a una compleja crisis humanitaria de COVID-19, inundaciones e invasión de langostas del desierto
Desde principios de año, Kenya ha atravesado una serie de crisis sin precedentes, donde en seis meses ha experimentado desde la peor invasión de langostas del desierto en 70 años, hasta fuertes inundaciones que han dejado a varias personas fallecidas y miles desplazadas, y la pandemia de la COVID-19 que está afectando los servicios de salud y la economía. Este triple golpe se ha producido en un contexto de vulnerabilidades importantes y de aumento de las necesidades humanitarias, que han afectado gravemente a todos los sectores de la economía, especialmente en los ámbitos de la salud, la seguridad alimentaria, la educación, la infraestructura y los medios de vida.
La invasión de langostas afectó a Kenya en diciembre de 2019, se extendió rápidamente a 20 condados e impactó en más de un millón de hectáreas de tierras de pastoreo y cultivo. Las más afectadas son las regiones áridas y semi-áridas, que ya están lidiando con bajos indicadores de desarrollo humano. A esto le siguieron de cerca las lluvias prolongadas de marzo, que crearon un caldo de cultivo ideal para las langostas y exacerbaron la ya difícil crisis humanitaria. Las fuertes lluvias causaron muertes, desplazamientos, inundaciones y deslizamientos de tierra en múltiples lugares del país, lo cual afectó a más de 233.000 personas. Se informó de daños a la infraestructura, incluidas escuelas, casas, carreteras y puentes, así como a más de 8.000 acres de tierras agrícolas.
Todavía era marzo cuando se informó del primer caso de la COVID-19. Desde entonces, el número de personas infectadas por el virus ha aumentado constantemente. Los condados de Nairobi y Mombasa son los más afectados, ya que registran un gran número de infecciones comunitarias. La acción inmediata del gobierno se ha centrado en fortalecer el sistema de salud, que enfrentaba grandes desafíos incluso antes de la pandemia. Otras medidas de política como restricciones de viaje, cierre de escuelas, toques de queda nocturnos, transferencias de efectivo para los necesitados, suspensión de reuniones públicas y cierre de la mayoría de las empresas ayudaron a contener la propagación, pero tuvieron un impacto negativo en la economía, incluida la pérdida masiva de empleos.
La ONU en Kenya ha sido un asociado confiable en estas crisis y está trabajando con el gobierno, agencias donantes internacionales y el sector privado para redistribuir los recursos existentes y movilizar fondos adicionales para apoyar la respuesta nacional. La ONU en Kenya reutilizó $45 millones del Marco de Asistencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo (MANUD) para la respuesta a la COVID-19, y desplegó más de 80 empleados en las estructuras de respuesta del gobierno. En asociación con el gobierno de Kenya, la ONU lanzó un llamamiento urgente para movilizar $267.5 millones para ayudar a más de 10 millones de personas vulnerables afectadas por la pandemia. Los fondos están apoyando a los gobiernos nacionales y de los condados para mantener los servicios de salud, especialmente en la adquisición de Equipo de Protección Personal (EPI), kits de análisis de laboratorio, reactivos y gestión de casos. Los trabajadores de la salud de primera línea han sido capacitados en todo el país sobre respuesta rápida, rastreo de contactos y gestión de datos.
En respuesta a la invasión de langostas, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO,) se embarcó en una serie de intervenciones que incluyen la adquisición de pesticidas, rociadores y herramientas de vigilancia, incluida la langosta electrónica que se utiliza para monitorear el movimiento de la langosta del desierto. Al asociarse con el gobierno nacional, la ONU contrató a más de 500 jóvenes del Servicio Nacional de la Juventud para emprender la fumigación en tierra y contratar aviones para facilitar una vigilancia aérea más efectiva. Las intervenciones a más largo plazo incluyen brindar apoyo técnico y financiero para fortalecer las intervenciones de emergencia en los condados áridos y semiáridos. Los hogares vulnerables recibirán apoyo directo para la seguridad alimentaria y garantizar los medios de vida a través de transferencias de efectivo e indirectamente a través del acceso seguro a insumos y servicios agrícolas de conformidad con los programas gubernamentales existentes. Hasta aquí, la amenaza de las langostas se ha contenido en la mayoría de los condados, excepto Turkana y Marsabit, donde se han realizado todos los esfuerzos para controlarlas.
Para apoyar a los más afectados por las inundaciones, la ONU también ha trabajado en estrecha colaboración con el gobierno y la Cruz Roja en la construcción de refugios y la provisión de artículos para el hogar, como juegos de cocina, mosquiteros, jabones y kits de dignidad. Las medidas a largo plazo, como la construcción de presas, para garantizar que los residentes no vivan cerca de las vías fluviales, así como los sistemas y mecanismos de alerta temprana se están considerando.
La ONU también está utilizando el marco para la respuesta socio-económica inmediata a la COVID-19 para apoyar al gobierno en la elaboración de una Estrategia de Recuperación Económica que sea aplicable a todas las demás intervenciones. El marco presenta una oferta inmediata a corto plazo y enlaces a las prioridades de desarrollo sostenible a más largo plazo para 'reconstruir mejor' con más capacidad de recuperación y seguridad, ante futuros shocks y crisis, para empoderar a los vulnerables a tomar el control total de su potencial. Esto requiere políticas y estrategias efectivas centradas en educación, salud, empleo, protección social, inclusión financiera, género, productividad agrícola, fondos especiales para jóvenes, mujeres y personas con discapacidad implementados a nivel nacional y subnacional.
Producido por la ONU Kenya. Este artículo se publicó originalmente en el sitio web de la ONU en Kenya. Para obtener más información sobre los esfuerzos de respuesta, visite su sitio web en https://kenya.un.org/.