Tras volver a casa desde Tailandia, las mujeres migrantes camboyanas hacen crecer sus negocios

La palabra hogar viene asociada a un sentimiento, cálido como el sol.
Pero para Phally*, de 41 años, trabajadora de la construcción y camboyana migrante en Tailandia, sus primeros días de vuelta a su hogar en la provincia de Siem Reap, en el noroeste de Camboya, estuvieron llenos de dudas y preocupaciones.
“No sabía cómo iba a poder ganarme la vida, lo que me hacía sentirme miserable y deprimida.”
Desde marzo de 2020, más de 265.000 migrantes camboyanos, entre ellos más de 116.000 mujeres, han regresado a su país desde Tailandia debido a la pandemia de COVID-19.
Con pocas perspectivas de empleo, Phally se unió a un programa financiado por el Fondo Fiduciario de Asociados Múltiples de las Naciones Unidas (UN MPTF).
Este programa socioeconómico se llevó a cabo en las tres provincias con mayor número de migrantes que habían regresado de Tailandia. El programa, ejecutado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIT) con el apoyo del UNFPA, UNICEF y la OMS, ofrecía oportunidades de reintegración a las mujeres migrantes camboyanas mediante actividades generadoras de ingresos.

Gracias al programa, Phally pudo poner en marcha su propio negocio de venta de soja y pollo, que ahora regenta con su hija y con el que obtiene unos ingresos diarios de 40.000 riels (10 dólares).
“Hacer zumo de soja fue una buena idea para mi propio negocio, ya que es una bebida de moda en mi comunidad.”
Además, el negocio de la soja proporciona valiosos “residuos”, un subproducto que puede utilizarse para alimentar a sus gallinas, lo que hace que el negocio de Phally sea más sostenible. Phally también fabrica escobas artesanales que vende en un mercado local para complementar sus ingresos.

En Kok Chen, otro pueblo de la provincia de Siem Reap, Sreymom*, de 32 años, compartió una experiencia similar.
Para ella y su marido fue difícil encontrar trabajo como contratistas de obras en Tailandia cuando las restricciones relacionadas con la pandemia empezaron a afectar a los negocios.
Tras pensarlo detenidamente, ellos decidieron volver a Camboya para atender a sus hijos pequeños, a los que habían dejado atrás, y para mantener a los padres de Sreymom, ya ancianos.
“Estuvimos tres años lejos de casa, así que fue una decisión difícil de tomar, sobre todo porque no sabía cómo mantener a mi familia en Camboya”, ella explicó.
Al llegar a casa, Sreymom también recibió apoyo del programa por el MPTF de la ONU para iniciar su propio negocio y criar pollos y cultivar hortalizas, poniendo en valor la parcela de tierra que posee su familia.

“Me alegré mucho cuando me seleccionaron para participar en el programa de reinserción, ya que quería utilizar la subvención para poner en marcha mi pequeño negocio directamente desde mi hogar y poder mantener a mi familia con esos ingresos extra”, dijo Sreymom. “Pienso quedarme en Camboya y centrarme en mis hijos y en su educación”.
Sreymom cuenta con orgullo que, al principio, sólo tenía siete gallinas, pero ahora, tras varios meses gestionando su negocio, posee casi 100 pollos. Su negocio de hortalizas también se ha ampliado, pasando de cultivar coliflor, campanillas, espinacas y hierbas para incluir una serie de nuevas hortalizas, como el pepino y el quimbombó.

“Estoy contenta [de] poder mantener a mis padres y a mis hijos gemelos que están en la escuela primaria, sin tener que emigrar al extranjero”.
Sreymom mira al futuro con optimismo. Por fin está en su hogar, donde su corazón—y su huerto de vegetales—crecen.
* Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de las personas mencionadas.
Esta historia está escrita por Marta Walkowiak, publicada originalmente en el sitio web de la ONU en Camboya. Apoyo editorial de la Oficina de Coordinación del Desarrollo.
Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Camboya, visite: Cambodia.UN.org.
















