Solidaridad en acción: Los migrantes venezolanos y sus países de acogida hacen equipo

La decisión de cualquier cabeza de familia de cualquier parte del mundo de dejar atrás su país de origen es dura y sentida. Según las cifras oficiales, hay casi 6 millones de migrantes y refugiados de Venezuela en todo el mundo. Los países de América Latina y el Caribe muestran su solidaridad acogiendo a cerca del 80% de ellos.
Una de ellas es Yusnegdis, que se trasladó a Brasil en 2018 con su hija Yosnelsis Antonella, que ahora tiene 4 años.
En busca de mejores oportunidades, Yusnegdis y su hija participaron en la estrategia de “interiorización” del gobierno. Ellas se trasladaron voluntariamente desde la frontera venezolano-brasileña al interior de Brasil, para aumentar sus posibilidades de tener una mejor vida.
“Me estoy superando para poder darle lo mejor [a mi hija]”, dice Yusnegdis. “Como ella ha venido muy joven, podrá socializar con sus compañeros en la escuela de la mejor manera, sin ninguna discriminación”.
Antes de viajar, Yusnegdis se involucró en un proyecto de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y UNICEF que le dio la orientación necesaria para inscribir a su hija en la escuela y empezar su inmersión en la cultura brasileña.
Para Mercedes, que tiene 14 años, lo más difícil de la migración fue adaptarse a la escuela, sobre todo por la falta de familiaridad con el portugués, ya que en Venezuela hablaba español. “Fue un poco complicado. Sólo tenía amigos que también eran venezolanos. Pero creo que estos libros pueden ayudarme a entender mejor hacia dónde voy ahora”, dijo.
Al igual que Mercedes, Yusnegdis y su familia se han trasladado a otro estado de Brasil con billetes de avión proporcionados por la Organización Internacional para las Migraciones en vuelos comerciales, a través de una iniciativa apoyada financieramente por la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea (ECHO).
En la República Dominicana, los migrantes ayudan a otros migrantes

En 2018, Gabriela Rivero y su familia decidieron emigrar a la República Dominicana por su proximidad a Venezuela. Gabriela, su marido Julio y su hija Francesca se unieron a los cerca de 114.500 compatriotas que viven en el país insular.
“Una vez radicados aquí no sabíamos por cuánto tiempo, ni cómo iba a ser y sobre todo lo difícil que sería en la parte laboral, ya que la falta de documentación hacen que se cierren todas las puertas….y lamentablemente regresarnos a vivir a Venezuela no es una opción”, explica Gabriela.
Ella persistió y, con la ayuda del gobierno dominicano y de la Plataforma Regional de Coordinación Interagencial, R4V (liderada conjuntamente por ACNUR y la OIM), ella se convirtió en una de los casi 100.000 venezolanos que han recibido visados para trabajar y vivir en su nuevo país.
Gabriela lidera ahora una de las organizaciones que han creado mesas de información para que los migrantes venezolanos ayuden a otros migrantes.
“A partir de hoy que tengo mi visa en la mano, siento que para mí y mis paisanos se va a abrir una gran puerta de oportunidades, para poder establecernos de una manera más segura y formal para poder ofrecerle un mejor futuro a nuestros hijos.”
En Colombia, haciendo nuevos “Súper Panas”
Después de resolver todo el papeleo—desde certificados de nacimiento, credenciales de trabajo y educación, documentos nacionales de identidad, pruebas de residencia, etc.—los venezolanos se enfrentan a otras preguntas: ¿Seré bienvenido? ¿Seré capaz de adaptarme? ¿Volveré a sentirme como en casa?
“La xenofobia duele”, dice María Betania Rodríguez, una estudiante venezolana que ahora vive en Colombia, país que acoge a un tercio de todos los migrantes y refugiados venezolanos.
María Betania afirma que “muchas personas—como ocurre con toda la humanidad—vienen a hacer cosas malas, pero muchas otras también llegamos para aportar, trabajar y sacar a nuestras familias adelante”. Ella hizo estas declaraciones en un seminario web para SIMONU, una simulación académica de las Naciones Unidas.

El seminario web fue una de las actividades de “Súper Panas”—o “Súper Amigos”—, una campaña educativa de ACNUR y UNICEF para acercar a los niños y niñas venezolanos y colombianos y combatir la discriminación.
María Betania animó a los participantes en el seminario web a dar la bienvenida a los migrantes. “Los buenos somos más y todos somos súper panas”, ella destacó.
Para saber más sobre el trabajo que se realiza en:
- Venezuela, visite: Venezuela.UN.org (en español)
- Brasil, visite: Brasil.UN.org (en portugués)
- Colombia, visite: Colombia.un.org (en español)
Este artículo fue producido con el apoyo de nuestros dedicados colegas de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en la República Dominicana y Brasil, y el Centro de Información de las Naciones Unidas en Bogotá. Escrito por Carolina Lorenzo, Oficina de Coordinación del Desarrollo, con el apoyo editorial de Paul VanDeCarr, Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para saber más sobre los resultados de nuestro trabajo en este ámbito y en otros, visite el informe de la presidenta del GNUDS sobre la Oficina de Coordinación del Desarrollo.
















