Un lugar pacífico, de nuevo: La ONU en el norte de Sudán del Sur

La ciudad de Kodok se encuentra en la orilla occidental del Nilo, en el norte de Sudán del Sur. No se puede llegar por carretera y no hay vuelos comerciales que vayan allí. Eso significa que la ayuda exterior es difícil de conseguir.
Sin embargo, al igual que el resto del país, los habitantes de Kodok han sufrido mucho durante los conflictos violentos que han tenido lugar durante décadas. El conflicto más reciente ha sido la Guerra Civil de Sudán del Sur, entre 2013 y 2018. Incluso ahora—tres años después de la firma de un acuerdo de paz—el conflicto disperso (en el territorio) sigue conspirando en combinación con las inundaciones y las enfermedades ocasionales para golpear a la población. Especialmente en el norte del país.
No siempre fue así. “Kodok era la capital del antiguo Reino Shilluk, fundado en el siglo XV por el semidiós Nyikang. Nyikang era medio cocodrilo y era conocido por ser un hacedor de lluvia”, explican tres jefes shilluk, Otuang John, Polino Tipo y Peter Tipo. El nombre “Kodok” procede de la palabra shilluk que designa un asentamiento cercano a la orilla de un río. Es la principal zona administrativa de Fashoda, que se cree que conserva el espíritu de Nyikang y de los reyes shilluk fallecidos. Fashoda es también un lugar sagrado para que los líderes y ancianos shilluk reciban mensajes de reconciliación del dios Juok. “Durante más de 500 años”, dicen los jefes, “Fashoda ha sido un lugar de mediación y paz”.

En la historia más reciente, esta zona es conocida por ser el lugar del Incidente de Fashoda, de 1898, en el cual las disputas territoriales entre el Reino Unido y Francia llegaron a un punto álgido, que estuvo a punto de provocar una guerra imperial, pero que finalmente culminó con un acuerdo de paz.
Muchos años después, en 1983, esa paz se esfumó tras el estallido de la segunda guerra civil sudanesa, que enfrentó a las Fuerzas Armadas de Sudán con el Ejército Popular de Liberación de Sudán. Los tres jefes recuerdan: “Hemos asistido a bombardeos aéreos con munición de racimo, y la zona ha estado sembrada de minas antipersona y antitanque”.
Ochube Ball es sólo uno de los supervivientes civiles del despiadado conflicto que residen en Kodok. “En 1987, cuando llegó la guerra [a esta parte del país], perdí todas mis propiedades y mi familia, incluidos mi mujer y mis hijos; yo fuitorturado físicamente y huí. En 2007, volví para reconstruir mi vida cuando la perspectiva de paz estaba a la vista”.
Pero ese sueño no se hizo realidad. Los combates se reanudaron en 2013 y la nueva familia que había construido le fue arrebatada, explica rompiendo a llorar. La experiencia de Ball es tristemente común en Sudán del Sur.
En 2018, sin embargo, se dio un paso importante hacia el inicio de un proceso de paz: la firma del Acuerdo Revitalizado para la Resolución del Conflicto en la República de Sudán del Sur (Revitalized Agreement on the Resolution of the Conflict in the Republic of South Sudan, R-ARCSS, en inglés). Desde entonces, unos 9.000 civiles han regresado a Kodok, y se espera que lo hagan miles más. Con el acuerdo provisional declarado en 2018 y el gobierno de unidad transitorio formado en 2020, la población espera que estos pasos graduales conduzcan a una paz duradera.

Los habitantes de Kodok están reconstruyendo sus hogares, familias y pueblos. Pero es difícil. Necesitan alimentos para fortalecerse. Necesitan tierras seguras en las que construir. Necesitan protección contra la pandemia. Y lo que es más, necesitan aflojar los apretados nudos atados (en el tejido social) durante largos años de violencia.
Las Naciones Unidas han proporcionado ayuda humanitaria lo mejor que han podido a lo largo del conflicto. Incluso ahora, por ejemplo, unas 30.000 personas de Fashoda y del vecino condado de Manyo reciben alimentos de la ONU.
Pero como Kodok está tan alejado y las necesidades son tan acuciantes, y la gente está regresando en mayores números, se necesita aún más ayuda.
“El personal humanitario debe ser móvil”, dice Joyce Asha Francis Laku, oficial nacional de terreno de OCHA, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. Pero, añade, “su capacidad para llegar a la gente se ve comprometida si no hay un lugar donde dormir, trabajar y coordinar las operaciones”.
Para satisfacer esa necesidad, varias entidades de la ONU se han unido para comenzar a trabajar en un centro humanitario en Kodok. El emplazamiento del centro previsto había sido utilizado anteriormente como cuartel de soldados, y en él se habían utilizado intensamente artefactos explosivos desde la década de 1990. El emplazamiento para un lugar de seguridad y comodidad podría ser en sí mismo peligroso. Como si se tratara de una advertencia, el propio terreno estaba densamente cubierto de arbustos espinosos.
En febrero de 2020, el Servicio de las Naciones Unidas de Actividades relativas a las Minas (UN Mine Action Service, UNMAS, en inglés) desplegó un equipo sobre el terreno. En primer lugar, limpiaron la vegetación de la superficie, lo que les permitió inspeccionar la zona con grandes detectores de metales de bucle. Estos detectores son más eficaces que los detectores manuales más pequeños.
En el transcurso de un mes se inspeccionaron más de 28.000 metros cuadrados de terreno — equivalentes a cuatro campos de fútbol — y se confirmó que eran seguros. Ese fue sólo uno de los ocho lugares de los centros humanitarios de todo el país que el UNMAS inspeccionó y limpió de explosivos desde 2020. El UNMAS también ha educado a las comunidades sobre cómo evitar tanto los explosivos como la COVID-19. Cuanto mejor puede la gente mantenerse segura, más probable será que regresen a sus hogares y se vuelven a establecer allí.

En Kodok, el terreno estaba listo, pero el estallido de la COVID-19 en marzo de 2020 lo dejó todo en suspenso. Finalmente, a finales de 2020, se puso el suelo y comenzó la construcción. El centro proporcionará a las organizaciones humanitarias espacio de oficinas, alojamiento y seguridad, para que la ONU y sus asociados puedan apoyar a la población de Fashoda y Manyo con alimentos, agua y atención sanitaria.

Laku dice que espera que este lugar, de hecho, todo su país, pueda volver a ser un lugar pacífico. “Mi visión de un Sudán del Sur pacífico no es simplemente la ausencia de violencia”, dice. “Es un lugar donde la gente disfruta de su vida. Las mujeres, las niñas, los hombres, los niños, los ancianos y las personas con discapacidad tienen la vida segura y digna que merecen, y a la que tienen derecho”.
El centro humanitario de Kodok es un proyecto conjunto de la OCHA, así como de la Agencia Danesa de Gestión de Emergencias (DEMA), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia Sueca de Contingencias Civiles (MSB). Artículo escrito por Lian Zhang. Apoyo editorial de Paul VanDeCarr, Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para más información, visite SouthSudan.UN.org. Para saber más sobre los resultados de nuestro trabajo en este ámbito y en otros, visite el Informe de la Presidencia del Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.
El centro humanitario de Kodok es un proyecto conjunto de OCHA, así como de la Agencia Danesa de Gestión de Emergencias (Danish Emergency Management Agency, DEMA, en inglés), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia Sueca de Contingencias Civiles (MSB). Artículo escrito por Lian Zhang. Apoyo editorial de Paul VanDeCarr, Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para más información, visite SouthSudan.UN.org. Para saber más sobre los resultados de nuestro trabajo en este ámbito y en otros, visite el Informe de la Presidenta del Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible sobre la Oficina de Coordinación del Desarrollo.