Un nuevo contrato social por la educación para hacer frente a la crisis del desempleo juvenil en África
Además de ser un derecho fundamental para cada ser humano, tal como se consagra en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la educación de calidad impulsa el empleo de los jóvenes, reduce las desigualdades, cierra la brecha de género, promueve el bienestar y contribuye al desarrollo sostenible. Sin embargo, millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a una educación de calidad y se enfrentan a la pobreza, la violencia y otras formas de explotación y abuso. La pandemia de la COVID-19, que provocó el cierre de muchas instituciones y programas educativos, agravó la situación.
Mientras África conmemoraba el cuarto Día Internacional de la Educación el pasado 24 de enero, bajo el lema “Cambiar el rumbo, transformar la educación”, la falta de educación de calidad en muchos países africanos sigue contribuyendo a las altas tasas de desempleo juvenil del continente. Esta lacra está afectando a la optimista narrativa de “Africa Rising” (África se levanta, español) y socava el progreso hacia la consecución de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Una necesidad urgente de cambiar el rumbo al cumplir los compromisos internacionales en materia de educación
En 2012, la Unión Africana (UA) se fijó el objetivo de reducir el desempleo juvenil y femenino en el continente en un 2% anual entre 2012 y 2022. En esencia, los países miembros de la UA se comprometieron a crear 8 millones de nuevos empleos anuales durante la próxima década. Este año se cumple esa década, y poco ha cambiado sobre el terreno.
De hecho, según el informe Tendencias Mundiales del Empleo y las Perspectivas Sociales 2019 de la Organización Internacional del Trabajo, África sigue teniendo la mayor tasa de desempleo juvenil del mundo. Los datos del Afrobarometer Network—una plataforma de colaboración que reúne a investigadores que encuestan sobre la democracia, la gobernanza y la sociedad—, así como los de la UNESCO, parecen sugerir de manera similar que un número significativo de jóvenes de la región no tiene la misma oportunidad de completar su educación y/o conseguir un trabajo decente, esto le ocurre en particular a las mujeres y las niñas de las zonas rurales.
Promover la educación de calidad como pilar de sociedades sostenibles, justas y pacíficas
La educación proporciona la clave para que los jóvenes se incorporen al mercado laboral y sean económicamente independientes, al tiempo que contribuyen a su bienestar personal y al de sus comunidades en su conjunto. Como muestra, por ejemplo, un estudio de 2011 de la OMS sobre los datos mundiales de salud materna y perinatal, podría haber una correlación entre el nivel de educación que alcanza una mujer y su riesgo de morir por causas relacionadas con el embarazo.
El fomento de la educación tiene, pues, el potencial de ser una herramienta eficaz para catalizar el cambio social y económico en África. Y varios programas de la ONU en el continente se centran en impulsar el acceso a la educación de calidad, como lo que hace UNICEF en Mozambique en las escuelas primarias y una iniciativa del ACNUR que apoya a los refugiados en Tanzania. Las actividades que facilitan el acceso a la educación de calidad también pueden aprovecharse para prestar apoyo en otras cuestiones, como la seguridad alimentaria. Este es el caso de las iniciativas para proporcionar comidas saludables y nutritivas a los niños de la escuela primaria.
El camino a seguir: Senderos hacia el éxito
Para avanzar es esencial un nuevo contrato social que aborde la actual crisis educativa. Esta visión se esboza en el informe de la UNESCO de 2021 sobre los futuros de la educación y se hace eco del llamamiento de la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, con motivo del Día Internacional de la Educación de este año:
“Las flagrantes desigualdades, el deterioro del planeta, la creciente polarización y el impacto devastador de la pandemia nos plantean una elección generacional: seguir por un camino insostenible o cambiar radicalmente de rumbo. [...] Si queremos transformar el futuro, si queremos cambiar el rumbo, debemos repensar la educación. Esto significa forjar un nuevo contrato social para la educación [...]”.
En África, este nuevo contrato social debería centrarse en impulsar la colaboración entre el Gobierno, los equipos de la ONU, las organizaciones no gubernamentales y otros asociados del desarrollo para dar prioridad a las inversiones urgentes destinadas a proporcionar acceso a una educación de alta calidad para todos. Las acciones deben dirigirse a grupos clave, como las personas que viven en zonas remotas, los barrios desfavorecidos, las comunidades que hablan lenguas indígenas y otras poblaciones vulnerables. También deberíamos fomentar las iniciativas lideradas por los jóvenes para facilitar el acceso a los recursos de aprendizaje, incluyendo el voluntariado y el reparto de costes.
Abordar los retos educativos que obstaculizan el desarrollo de África no puede esperar más. La ONU debe seguir liderando el camino, con los equipos de país en la región reafirmando nuestro compromiso de apoyar a África mientras el continente moviliza un enfoque de toda la sociedad para “cambiar el rumbo” y “transformar la educación” para hacerla accesible a todos. Hay que capacitar a los jóvenes para que lideren el camino hacia un futuro sostenible, próspero y equitativo, un futuro que no deje a nadie atrás.
Escrito por George Lwanda, Oficial Senior de Coordinación del Desarrollo y Jefe de Equipo de la Oficina del Coordinador Residente de las Naciones Unidas en Gambia. Apoyo editorial proporcionado por el equipo de la Oficina de Coordinación del Desarrollo (DCO). Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Gambia, visite Gambia.UN.org.