La transición de las calles bulliciosas al confinamiento: Bangladesh y la ONU se movilizan para luchar contra COVID-19
La capital de Bangladesh, Dhaka, donde he estado viviendo y trabajando durante los últimos tres años, es normalmente una metrópolis bulliciosa y de ritmo rápido de unos 18 millones de personas, animada por la vida callejera y los restaurantes de alta gama, los coches caros y las calesas motorizadas (buggies), cultura, moda, barrios marginales, la llamada a la oración que suena por los altavoces.
Pero mientras escribo esto, los hospitalarios y cálidos dhakanitas están en casa, las carreteras están prácticamente vacías, la ciudad está en silencio. Yo puedo escuchar a un mendigo pidiendo dinero en la calle donde vivo ahora. Esto es una nueva experiencia para mi en Dhaka. Uno de los países más densamente poblados del mundo se prepara para luchar contra COVID-19, el virus que ha causado estragos y muertes en todo el mundo.
Con la mitad de la población mundial en algún tipo de confinamiento, el virus se está moviendo de países y territorios desarrollados, con sistemas de salud en funcionamiento, a países densamente poblados con débiles sistemas de salud. De acuerdo con todos los indicadores, Bangladesh es uno de los países que preocupa, pero debemos reaccionar con calma y razonamiento lógico; el pánico solo agravará los desafíos.
Movilizando recursos
Todos hemos aprendido una nueva jerga; casos importados, conglomerado de casos, transmisión comunitaria. Bangladesh se encuentra ahora en las primeras etapas de transmisión comunitaria, y el virus se propaga de persona a persona. Las actuales medidas de confinamiento y distanciamiento físico adoptadas por el Gobierno ofrecen una ventana para fortalecer la preparación del sector salud.
La ONU ha aprovechado esta oportunidad y ha estado trabajando con sus contrapartes gubernamentales para movilizar recursos para responder a la pandemia; desde la adquisición de equipos de protección personal (EPP, en español, y Personal Protection Equipment en inglés) vitales para proteger a los trabajadores de la salud, la capacitación de los trabajadores de la salud, la aplicación en mayor escala de las pruebas, el rastreo de contactos y el aislamiento de contactos y la garantía de la seguridad alimentaria durante los confinamientos.
Estamos desempeñando un papel clave al apoyar los esfuerzos de comunicación del gobierno para llegar a los hogares con información precisa y que puede resultar vital (por tener el potencial para salvar vidas) sobre COVID-19. La información falsa y sin fundamento sobre la prevención de COVID-19, que se ha extendido por algunas comunidades a nivel local. está poniendo vidas en riesgo.
Los países de ingresos altos y de ingresos bajos enfrentan esta crisis simultáneamente, una situación sin precedentes en los tiempos modernos. Están compitiendo por los mismos suministros a medida que se rompen las cadenas mundiales de suministro y empeora la escasez de equipos y suministros médicos. Esto requiere soluciones innovadoras y locales siempre que sea posible.
Bangladesh se encuentra en la afortunada posición de contar con sólidos sectores manufactureros y privados que pueden movilizarse para llenar las lagunas en la producción de suministros esenciales, incluidos los productos de higiene. La sociedad civil se ha movilizado rápidamente y múltiples redes de voluntarios han intensificado sus esfuerzos para apoyar a los grupos vulnerables. No me refiero solo a BRAC, una organización de desarrollo internacional con sede en Bangladesh, sino a una gran cantidad de organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan a nivel de base como asociados confiables, creando conciencia, entregando alimentos a quienes más los necesitan y monitoreando la entrega de servicios. Y lo que es más importante, llamando la atención respecto al estigma y a la discriminación, antes de que sea demasiado tarde. Como siempre, las ONG y la sociedad civil son asociados clave en la respuesta.
Redes de seguridad y redes de apoyo adicional
Bangladesh tiene un sector privado próspero, una clase media en crecimiento y es una nación conocida por la innovación en desarrollo, pero el aislamiento voluntario (también conocido como autoaislamiento) en casa, que es la mejor manera de combatir esta pandemia, es un lujo que muchos no pueden permitirse. El gobierno se apresuró a anunciar un apoyo adicional además de las redes de seguridad social existentes, especialmente alimentos, para aquellos que luchan durante el cierre. A corto plazo, la ONU está trabajando con el Gobierno para garantizar que quienes dependen de un salario diario y trabajan en economías informales tengan comida en la mesa durante este período incierto de bloqueo. A largo plazo, estamos trabajando con contrapartes gubernamentales en una recuperación socioeconómica temprana para asegurar que los objetivos de desarrollo aún se puedan alcanzar y los medios de vida de las personas estén protegidos.
El sector de las prendas de vestir confeccionadas, responsable del 80% de los ingresos de exportación de Bangladesh y que lleva a millones de trabajadoras a la economía formal, también se ha visto muy afectado. Sin embargo, no se trata solo de la economía. Para las mujeres en relaciones abusivas, estar confinadas en casa en momentos de ansiedad e incertidumbre aumenta los riesgos de violencia doméstica.
Estamos priorizando los servicios de violencia de género en las comunidades afectadas por COVID-19 y una ampliación de los servicios para prevenir y responder a los casos de violencia de género; más refugios, líneas directas de asesoramiento especializadas y apoyo psicosocial. En momentos como este, las personas que ya viven en situaciones vulnerables se vuelven aún más vulnerables y cualquier respuesta debe garantizar que nadie se quede atrás. Necesitamos asegurarnos de que las necesidades de las mujeres y el sector informal se consideren en los planes de recuperación.
Bondad, compasión y valentía
Nadie sabe cómo se desarrollarán los próximos meses a nivel mundial o en los países donde vivimos y trabajamos. Lo que sí sabemos es que cualquier respuesta a esta pandemia es tan fuerte como su eslabón más débil, es decir, el sistema de salud más débil. Es más importante que nunca que las comunidades, tanto locales como globales, se unan en amabilidad, compasión y solidaridad, para que podamos apoyarnos mutuamente a través de esta crisis. Puede que salgamos lastimados, pero yo espero que también nos comprometamos a construir un mundo mejor.
Permítanme concluir con las palabras del premio Nobel de Bangladesh, Rabindranath Tagore: “No oremos para estar protegidos de los peligros, sino para ser valientes cuando los enfrentamos”. Y debemos ser valientes y decididos.
Para ver el artículo publicado originalmente en Noticias ONU, visite: From bustling streets to lockdown: Bangladesh and the UN mobilize to fight COVID-19: a UN Resident Coordinator blog