No quiero esconderme: La lucha de una mujer por las personas con VIH/SIDA en la República del Congo
Maman Sylvie, quien vive en Brazzaville (República del Congo), cree que ser diagnosticada como seropositivo no debería equivaler a una sentencia de muerte, y ha dedicado su vida a ayudar a las personas con VIH en la República del Congo.
Para Sylvie, de 47 años, la lucha es personal, porque ella misma lleva 15 años viviendo con VIH.
“En aquel momento yo estaba embarazada y fui al hospital para una consulta prenatal”, cuenta. “Había 22 mujeres allí, pero yo fui una de las dos únicas que aceptaron hacerse la prueba del VIH”.
El resultado fue un duro golpe para Sylvie: “Cuando recibí el resultado, mi vida se detuvo, todo mi cuerpo temblaba”. Ahora Sylvie tenía que aprender a vivir con VIH, lo que para muchos equivalía a una sentencia de muerte. “Un pariente ya había empezado a hacer los preparativos para mi funeral, pero yo sabía que sobreviviría”, dice Sylvie. “Me costó un tiempo, pero acepté la enfermedad y comprendí que, con cierta disciplina, podía seguir viviendo”.
Debido a la estigmatización de las personas que viven con el VIH, Sylvie mantuvo su condición en secreto durante muchos años. “Al final, la enfermedad hace menos que el estigma”, dice Sylvie. “Muchos asocian la enfermedad con la prostitución, lo cual es falso”.
Más de 40 años después de que comenzara la epidemia del Sida, persiste un importante estigma y discriminación relacionados con el VIH, según un nuevo informe publicado el 30 de noviembre por la Organización Internacional del Trabajo y la empresa de sondeos de opinión Gallup International, antes del Día Mundial del Sida.
A pesar de que la tolerancia de las personas hacia la enfermedad ha mejorado, una encuesta realizada a 55.000 individuos de 50 países reveló que sólo una de cada dos personas sabía que el VIH no se transmite al compartir el baño.
Sylvie decidió ayudar a las personas en su misma situación. Antes ella era vendedora de comida, pero empezó a hacer campaña por los derechos de las personas que viven con el VIH y el sida, y ahora trabaja como asesora en un centro de apoyo a las personas infectadas y afectadas por el VIH y el Sida.
Como mediadora comunitaria, que trabaja para una ONG subvencionada por el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (el Fondo Mundial o the Global Fund, en inglés), Sylvie ayuda a orientar y apoyar a los pacientes. Los mediadores comunitarios también intentan evitar que los pacientes interrumpan el tratamiento, ya que esto puede provocar resistencia a los medicamentos antirretrovirales (ARV), o el fracaso del tratamiento.
“Utilizo mi propia historia para explicar a la gente que se puede ser seropositivo y seguir vivo”, dice Sylvie.
Durante el confinamiento del año pasado en respuesta a la pandemia de COVID-19, llegar a las personas que viven con VIH se hizo más difícil.
“Nosotros nos organizamos para que el tratamiento estuviera disponible durante este tiempo”, dice Sylvie. “Los viajes se redujeron durante este periodo, así que fuimos a visitar a los enfermos. Queríamos evitar a toda costa la interrupción del tratamiento con consecuencias potencialmente mortales”. En febrero de este año, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en la República del Congo recibió del Fondo Mundial más de 30 millones de dólares como parte de una subvención para 2021-2023 para apoyar el fortalecimiento de la respuesta nacional al VIH y la tuberculosis.
Este financiamiento tiene como objetivo fortalecer el acceso a los servicios de prevención y tratamiento del VIH, la tuberculosis y la malaria y crear sistemas resistentes y sostenibles para la salud. Un objetivo específico es aumentar significativamente el número de personas que acceden al tratamiento antirretroviral contra el VIH, que puede salvar vidas, haciendo especial hincapié en las mujeres embarazadas.
“Muchas personas han perdido su trabajo debido a la pandemia y se han sumido en la pobreza. Niños y niñas han sido abandonados por sus familias tras la muerte de sus padres. Los kits de alimentos distribuidos por el PNUD son muy esenciales para aquellos que ya no pueden permitirse una alimentación adecuada”, dice Sylvie.
“Estoy segura de que en la última década se han hecho esfuerzos importantes. Estamos vivos porque estos esfuerzos continúan. Sentirse tomado en cuenta por el Estado es psicológicamente tranquilizador. La lucha continúa, y por lo que a mí respecta, no quiero esconderme”.
Las nuevas subvenciones del Fondo Mundial, que ascienden a más de 64 millones de dólares, casi el doble de la cantidad asignada para el ciclo trienal anterior, cubrirán el periodo 2021-2023. En estrecha colaboración con el Ministerio de Salud, el PNUD ejecutará la subvención para el VIH y la tuberculosis, y Catholic Relief Services ejecutará la subvención para la malaria.
En la República del Congo, un país de cinco millones de habitantes, la tasa de seroprevalencia de la infección por el VIH es del 4,8% para las mujeres de 15 a 49 años y del 1,9% para los hombres del mismo grupo de edad. A pesar de los importantes progresos realizados en la lucha contra el VIH/SIDA en los últimos diez años en el Congo, siguen existiendo muchos retos y el país corre el riesgo de no alcanzar los objetivos a los que se ha comprometido en el contexto de los esfuerzos internacionales para eliminar el VIH para el 2030.
La historia fue publicada originalmente en inglés en PNUD Congo. Apoyo editorial de Ahmed Ben Lassoued, Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para más información sobre el trabajo de las Naciones Unidas en el Congo, visite Congo.UN.org. Para saber más sobre los resultados de nuestro trabajo en esta área y más allá, por favor lea el informe de la presidenta del UNSDG sobre DCO.