¿Qué pasaría si las mujeres con discapacidad estuvieran libres de la violencia doméstica?

Imagina cómo te podrías sentir tú. Qué aislada. Qué triste.
Eres una mujer. O una chica. Estás en casa. Tienes una discapacidad. Tal vez seas sorda, o ciega, o tus piernas no te puedan ayudar a movilizarte. Tal vez tu cerebro funciona de forma diferente al de otras personas.
Eres dependiente de tu marido, de tus padres, de tu tío o de otras personas. Puede que ellos muestren algo de amabilidad, pero a menudo la misma va acompañada de desprecio. Te ven como una carga. Descargan su frustración y su ira en ti. No te envían a la escuela, porque dicen que no vale la pena. Utilizan nombres crueles para hablar de ti. No te alimentan lo suficiente. Te pegan. Cuando se trata de ti, ellos pueden salirse con la suya.
No puedes irte. ¿A dónde irías? ¿Qué organizaciones hay para ayudarte? ¿Cómo llegarías a ellas? ¿Quién te creería? Si protestas, te preocupa que te envíen a una institución, y eso sólo podría ser peor.
Estás sola. Y sin embargo, hay muchos millones como tú. No todas las mujeres y niñas con discapacidad sufren las mismas condiciones que tú, pero muchas sí lo hacen.
Hay alguien que piensa en ti con determinación, amor y una mente legal. Su nombre es Samaneh Shabani.

“Una atmósfera pacífica”—conozca cómo Shabani llegó a preocuparse por la violencia doméstica
“Yo crecí en una atmósfera pacífica”, dice Shabani, que es ciega desde que nació en 1989. “Mis padres no veían mi discapacidad como una razón para mantenerme al margen”. Asistió a una escuela para niños y niñas con discapacidad, y luego pasó a una escuela ordinaria.
Mientras ella crecía, aún no había lectores de pantalla ni ordenadores portátiles, por lo que su familia la ayudaba a acceder a los materiales educativos que necesitaba. Para hacer transcripciones, por ejemplo, “a veces mi madre leía en voz alta palabra por palabra, y yo escribía en mi máquina Perkins”—una máquina de escribir en braille.
Ella perseveró y la tecnología se hizo cada vez más sofisticada, al igual que su mente. Ahora, a los 31 años, Shabani se ha graduado en algunas de las mejores universidades de Irán y ha escrito su tesis doctoral sobre la violencia doméstica contra las mujeres discapacitadas y su acceso a la justicia según la legislación internacional de derechos humanos. Trabajó como becaria en el Centro de Información de las Naciones Unidas (United Nations Information Centre, UNIC) en Teherán. Ahora está en Ginebra cursando un máster en justicia de transición—cómo las personas pueden alcanzar la justicia en sociedades que se enfrentan a los legados de un conflicto o a violaciones generalizadas de los derechos humanos.
Shabani nunca ha sufrido la violencia que le preocupa—ya sea física, sexual, emocional o verbal. Pero pretende que las estructuras jurídicas del mundo apoyen a las mujeres con discapacidad que sí la han sufrido.
Los hombres y los niños con discapacidad también pueden ser víctimas de la violencia en el hogar, dice Shabani. Pero las mujeres soportan la carga añadida de la discriminación de género. Son más propensas a sufrir daños, a ser estigmatizadas, a ser privadas de oportunidades e incluso a ser culpadas de sus propias discapacidades.
La violencia doméstica contra cualquier niña o mujer es mala, dice Shabani. Lo que hace que sea peor para las que tienen discapacidades es lo vulnerables que son. “Sus familias pueden decir: 'Todo lo que haces es comer, no eres útil'”, dice Shabani. Ellas pueden tener pocas oportunidades de hacer amigos fuera de casa, y es mucho menos probable que tenga el chance de casarse, y pueden ser tratadas como poco más que sirvientes—cocinando, limpiando o cuidando a los niños y niñas más pequeños.
“Especialmente en países donde no hay un sistema de apoyo social, dependen totalmente de sus familias”, dice Shabani. “Si el gobierno es ignorante y la sociedad civil es débil, la violencia doméstica se produce en la sombra”.

“Si tú abres la puerta...”—oportunidades y obstáculos para los discapacitados
En Irán, país de origen de Shabani, como ocurre en muchos otros países, las condiciones para las personas con discapacidad son mejores en las grandes ciudades, que suelen tener rampas para sillas de ruedas, así como escuelas para sordos o discapacitados visuales y organizaciones de discapacitados. En Teherán, por ejemplo, Shabani trabajaba para una organización de discapacitados cuyo personal estaba formado en su mayoría por personas con discapacidad.
“Si abres la puerta”, dice, “puedes ver las capacidades de las personas con discapacidad”.
En muchos lugares, sin embargo, esa puerta permanece cerrada. Independientemente de los apoyos que puedan existir, también hay barreras sistemáticas. En Irán, por ejemplo, entre ellas está la prohibición de que las personas con discapacidad visual se conviertan en profesores, quienes se supone que deben tener “cuerpos sanos”, dice Shabani. Y en las ciudades y pueblos más pequeños, los servicios son casi inexistentes.
Además, algunas discapacidades intelectuales y de otro tipo son invisibles, y algunas afecciones pueden no ser reconocidas como discapacidades, aunque lleven aparejadas consigo deficiencias. Tal es el caso de la diabetes.
Las personas cuyas discapacidades son invisibles o no se reconocen suelen estar desamparadas, sin poder acceder a ningún tipo de apoyo, si es que existe. Cuanto más aislada está una persona, más vulnerable es a la violencia en el hogar.
“Todas las personas con discapacidad”— conoce cómo la ley sienta las bases
Aunque no se les reconozca en casa, las personas con discapacidad están reconocidas dentro del alcance del derecho internacional de los derechos humanos.
“Promover, proteger y asegurar el disfrute pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente”.
Este es el propósito de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (Convention on the Rights of Persons with Disabilities, CRPD, en inglés) un tratado adoptado en 2006 en las Naciones Unidas, y que ahora cuenta con 164 signatarios (que aprueban el tratado) y 182 ratificaciones o adhesiones (que consienten en estar obligados por el tratado). Irán ratificó la Convención en 2008.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad no dice: “Siempre que sea posible, algunas personas con una de un número selecto de discapacidades deben tener acceso a un apoyo ocasional, y en tales y tales condiciones”. En cambio, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad es inequívoca y amplia. La frase citada anteriormente habla de “todos los derechos humanos” para “todas las personas con discapacidad”.
Esa frase es sólo una fracción de un acuerdo más largo, que detalla las categorías de discapacidad, las adaptaciones necesarias para que las personas disfruten de sus derechos, las áreas en las que se han violado sus derechos y en las que deben ser protegidos.
Todo esto puede sonar abstracto o incluso inútil para alguien que no esté familiarizado con la legislación sobre derechos humanos. ¿De qué sirven un montón de palabras en un tratado no vinculante? ¿Cómo podrían ayudar a las mujeres y niñas con discapacidad que se enfrentan a la violencia doméstica?
“La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad es un gran logro para la comunidad de la discapacidad y para todas las personas”, dice Shabani. Para ella, es la base sobre la que se construyen otras protecciones de derechos humanos. Cuanto más explícita y completa sea, más seguro será el terreno. Por ejemplo, el artículo 16 (disponible en inglés) de la Convención se refiere a “estar libre de explotación, violencia y abuso”. El artículo 6 se refiere a las mujeres y niñas con discapacidad en particular, y la Observación General núm. 3 sobre ese artículo lo “interpreta”, dice Shabani.
“Con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad tenemos algo que va más allá de las costumbres, de las normas informales”, afirma. “Ahora tenemos normas escritas acordadas por los Estados Partes”.
“Esto ocurre de forma gradual”—haciendo que los cambios ocurran, poco a poco
Estas convenciones reconocen los derechos humanos de las personas con discapacidad. La tarea de los gobiernos y de las personas dedicadas a ser defensores de esta causa, como Shabanim es ayudar a hacer realidad—o aterrizar en hechos—esos derechos. No es de extrañar que la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad se describa también como un “instrumento”, o una herramienta. Los gobiernos la utilizan para elaborar políticas, y los defensores la utilizan para presionar a los gobiernos. Ambos la utilizan para llegar a las mujeres y las niñas, allí donde estén o sean—en sus hogares, en sus idiomas, en sus familias, en su aislamiento, en su dignidad, en su dolor y en su lucha contra la violencia doméstica.
“Eso ocurre gradualmente, no de la noche a la mañana”, dice Shabani. “Las mujeres y las niñas necesitan más independencia. Y hay que educar a la sociedad para ello”. Esos cambios podrían adoptar la forma de una renta básica, más oportunidades de trabajo, líneas telefónicas accesibles para brindar atención en suatuaciones de crisis a todas las mujeres y niñas con discapacidad, e incluir más imágenes positivas en libros y películas, y en la cultura en general.
Acabar con la violencia doméstica contra las mujeres y las niñas con discapacidad requiere, pues, cambios más amplios en la sociedad y en la legislación pertinente.
Desde una perspectiva, dice Shabani, “la discapacidad está en la sociedad, no en el individuo”. Es decir, la sociedad impide que las personas desarrollen su potencial. Cuando no hay libros de texto en braille o no hay rampas para sillas de ruedas en las empresas, eso es un fallo de la sociedad. En última instancia, dice, la sociedad “tiene que ecentrarse en cualquier individuo, para conocer sus necesidades una por una”.
Para las personas sin discapacidades, eso puede parecer que requiere mucho trabajo. Pero reconocer a los individuos en toda su complejidad no es una carga. Es una ventaja. La sociedad se enriquece cuando reconoce los derechos de todas las personas. Para Shabani, éste es uno de los grandes mensajes de la cultura persa, la cual, según su perspectiva, respeta“a toda persona, a toda criatura viviente” .
Entre esas personas están las mujeres y las niñas con discapacidades, en sus hogares, que se enfrentan a palabras de odio o a un trato violento.
Liberadas de la tiranía de la violencia doméstica, dice Shabani, estas mujeres y niñas florecerían en creatividad, amor y sabiduría. Tienen derecho a todo ello, a los derechos fundamentales, simplemente por el hecho de ser humanas.
Shabani piensa en ellas y quiere recordárselo: “Ustedes son valiosas. Tienen dignidad como todos los demás”.
Escrito por Paul VanDeCarr, Oficina de Coordinación del Desarrollo. Las entidades de la ONU de todo el mundo trabajan para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas con discapacidad. Dentro y fuera de los países, prácticamente todas las entidades de la ONU forman parte de la Iniciativa Spotlight, una alianza mundial entre la Unión Europea y las Naciones Unidas para eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. También se ocupan de la violencia de género y de las necesidades de las mujeres y niñas con discapacidad entidades como ONU Mujeres, UNICEF y el UNFPA (véase también aquí). La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (Convention on the Rights of Persons with Disabilities, CRPD, en inglés) fue negociada y adoptada en las Naciones Unidas.