NIAMEY, Níger - Antes de la pandemia, el marido de Zaynab era un conductor de minibús que pasaba largas jornadas conduciendo entre la ciudad de Niamey y los pueblos de los alrededores. Aunque Zaynab (nombre ficticio) hubiera preferido que él pasara más tiempo en casa con su hijo de 2 años, ella estaba acostumbrada a la situación.
Todo cambió cuando Níger declaró una emergencia sanitaria y se interrumpió el transporte entre los distritos. Al igual que muchos personas que son sostén de la familia, el marido de Zaynab se quedó sin trabajo y la familia sin ingresos. Zaynab había trabajado en el negocio de ropa de hombre antes de casarse, pero luego lo dejó por los celos de su marido.
“Cogí a mi bebé dormido y salí de casa para ir a casa de mi tía. No pensé en el toque de queda, sólo tenía miedo de quedarme en casa con él”, cuenta Zaynab, superviviente de la violencia doméstica.
Una noche, durante el confinamiento, el marido de Zaynab llegó a casa después del toque de queda. “Yo estaba preocupada por él, pero como no quería hablar, no le pregunté nada”, dice. Después de la cena, le pidió algo de dinero para comprar comida para el Ramadán.
“El buscó en sus bolsillos, puso 750 francos (aproximadamente 1,20 dólares) sobre la mesa y me dijo que fuera a completar el dinero con dinero de mi madre”, ella cuenta. “No reconocí a mi marido... Desde que dejó de trabajar, a veces me regañaba o me amenazaba, pero su energía nerviosa adquirió otra dimensión”.
“Me abofeteó y me golpeó. Cuando sentí que me corría la sangre por la cara, le supliqué que parara. Corrí al dormitorio, cogí a mi bebé dormido y salí de la casa para ir a casa de mi tía. No pensé en el toque de queda, sólo tenía miedo de quedarme en la casa con él.”
Zaynab estaba sorprendida. Era la primera vez que su marido se ponía violento con ella.
Su tía la acompañó a la clínica médica para que la atendieran. Cuando llegó a casa, su marido no se arrepentía. “Me dijo que podía irme de su casa porque no le costaría encontrar otra mujer menos complicada”, dice ella.
Esto le dio a Zaynab el valor que necesitaba para ir a la comisaría. Al día siguiente, presentó una denuncia por agresión y violencia económica. Su marido abandonó su casa y no volvió.
A pesar de lo ocurrido, la madre de Zaynab intentó convencerla de que retirara la denuncia. Zaynab se arriesgaba al repudio—un divorcio cultural que puede decidir el marido sin llegar a un tribunal y sin cualquier otra forma de asistencial legal o judicial. Pero Zaynab se mantuvo firme. “Estaré bien. Venderé helados [para llegar a fin de mes]”, dice. “Nunca esperé estar en esta situación, pero es un alivio. El policía me ha pedido que tenga paciencia porque reciben muchos casos similares al mío”.
“Las mujeres que presentan formalmente un denuncia corren un riesgo al acudir a la policía, porque a menudo han resistido una presión familiar y social muy fuerte. Si ignoramos su sufrimiento, nos arriesgamos a causar aún más daño”. - Oficial Mahamadou Nazir
Abundancia de casos y escasez de recursos a nivel policial
En marzo de 2020 se presentaron 120 denuncias en la División de la Policía Nacional para la Protección de Menores y Mujeres. En abril, tras el confinamiento, esa cifra casi se duplicó, según el jefe adjunto de dicha división, el oficial Mahamadou Nazir.
“En marzo, 19 de las denuncias fueron por violencia doméstica o relacionadas con el confinamiento”, dice. “En abril, tuvimos 48 casos—principalmente casos de violencia doméstica, amenazas y violaciones. También recibimos 16 denuncias por falta de atención o denegación de recursos”.
Por desgracia, la violencia contra las mujeres y las niñas suele estar normalizada. Seis de cada diez mujeres nigerinas (59,6%) consideran justificado que un hombre golpee a su mujer, según la Encuesta de Demografía y Sanidad de Níger. En el código penal de Níger, la violencia doméstica se clasifica y se trata como una agresión y no como un delito específico. En consecuencia, el matrimonio se percibe a menudo como un factor atenuante en los casos de maltrato.
“Como oficiales de policía, cambiar nuestro comportamiento hacia las mujeres víctimas de la violencia doméstica es el primer paso para ayudarlas”, dice el oficial Nazir. “Las mujeres que se atreven a denunciar corren un riesgo al acudir a la policía, porque a menudo han soportado una presión familiar y social muy fuerte para hacerlo. Si ignoramos el daño que han sufrido, nos arriesgamos a causarles aún más daño”.
En el caso de Zaynab, su marido hizo caso omiso de las citaciones de la policía y cuando los agentes visitaron el domicilio familiar descubrieron que había huido a Togo. En su ausencia, Zaynab pudo negociar el divorcio con la familia de su marido y retiró la denuncia después de que ellos accedieran a pagar sus gastos médicos.
La Iniciativa Spotlight sigue prestando servicios esenciales a las mujeres y niñas de Níger, y colabora con la policía para mejorar su capacidad de gestión de los casos de violencia doméstica. Esto incluye el suministro de materiales y equipos a 10 comisarías de la ciudad de Niamey y a 100 comisarías de las regiones de Maradi, Zinder, Tahoua y Tillabéri. En diciembre, las sesiones de formación apoyadas por Spotlight enseñaron a los agentes de policía y de gendarmería que prestan servicio en las divisiones nacionales de Niamey y de las cuatro regiones de la Iniciativa Spotlight a convertirse en formadores ellos mismos. Los agentes comparten entonces sus conocimientos sobre la violencia de género y cómo servir mejor junto a sus compañeros a las supervivientes, con la esperanza de crear un cambio sistémico en todo el sector.
Este año, la Iniciativa proporcionará ordenadores portátiles, tabletas y motocicletas para ayudar en la gestión de más casos.
Historia escrita por Fatou Binetou Dia. Publicado originalmente en inglés en The Spotlight Initiative. Apoyo editorial de Paul VanDeCarr, Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para saber más, visite Niger.UN.org.