Miles de venezolanos han tenido que tomar la difícil decisión de abandonar su hogar. Para los venezolanos que han optado por marcharse de su país, la vida cotidiana no solo se estaba volviendo más difícil. Para muchos, el día a día se tornó insoportable.
En Kuwait, la ONU ha jugado un papel importante en contrarrestar la retórica xenófoba, la cual ha culpado falsamente a los trabajadores migrantes de la propagación del COVID-19. En este artículo de opinión, Tarek Elsheikh, Coordinador Residente de Naciones Unidas en el país, destaca los esfuerzos que se están realizando para salvaguardar los derechos de los residentes extranjeros.
La pareja Talal e Ghazal Al-Tinawi, ambos refugiados sirios en Brasil, sintieron el costo financiero de la disminución de pedidos en su servicio de entrega de comida árabe debido a COVID-19 en Sao Paulo, el estado con el mayor número de casos en Brasil.
Los equipos de las Naciones Unidas continúan trabajando con las autoridades nacionales y locales en todo el mundo para garantizar la seguridad y dignidad de los refugiados y migrantes, las comunidades indígenas y los niños. Sus esfuerzos apoyan el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas y de salud de los países, incluidas mejores condiciones de vida para las personas en mayor riesgo, capacitación, suministros y equipo para salvar vidas, protección de los derechos humanos y ayuda para garantizar que ningún adulto o niño se quede atrás.
A raíz de la declaración de la pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo, para prevenir y reducir la diseminación del Covid-19, el gobierno Argentino dispuso del "Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio" para todo el país desde el 20 de marzo.
Un año después de que un devastador terremoto asolara Haití, las comunidades siguen reconstruyendo sus vidas y preparándose mejor para futuras catástrofes.
“Yo he perdido mi trabajo. Yo he dado a luz. Esto ha sido difícil porque mi hijo también tiene discapacidades”. Estas son las palabras de una abatida madre de dos hijos, Rebecca Bolona. Esta mujer de 38 años habla con nosotros en una pequeña habitación del piso superior del Centro Vitolina, en una zona muy concurrida de Wierdapark, Sudáfrica.