El revigorizado sistema social de Uzbekistán es un poderoso amortiguador para apoyar a personas en situaciones vulnerables

La escalada de los precios de los alimentos y la pérdida de ingresos debida a la pandemia de COVID-19 ha sumido en la pobreza a un número cada vez mayor de personas en todo el mundo, muchas de las cuales han acudido a sus autoridades locales en busca de apoyo y asistencia.
En Uzbekistán, cuando un hogar de bajos ingresos solicita ayuda económica, es práctica habitual que una Comisión de Mahalla* – un órgano de autogobierno formado por 15 personas respetadas de la comunidad – examine y revise cada solicitud en persona.
"En el pasado se exigían muchos documentos para recibir pensiones y ayudas económicas... incluso un certificado de tres vecinos que indicara si estábamos trabajando o no", dice Dildora Abiyatova, de la región de Sirdarya, en el este de Uzbekistán.
"Había mucha gente en la comisión cuando nos invitaron a hablar... No podíamos contar la historia a todo el mundo... Era vergonzoso contarles nuestra situación" dice Malika Qosimova, una joven madre de la misma región.
Para las miles de familias que solicitaron ayuda a través de la Comisión, el proceso fue a menudo humillante y emocionalmente desafiante.
Para ayudar a evitar esta aflicción innecesaria y garantizar que los hogares de todo Uzbekistán reciban formas de apoyo más específicas, las Naciones Unidas en Uzbekistán – encabezadas por UNICEF, la OIT y el PNUD – han colaborado con el Gobierno para poner en marcha el Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el Fortalecimiento de la Protección Social (UN Joint Programme on Strengthening Social Protection, en inglés).
Inicialmente lanzado en 2020, el programa conjunto tenía como finalidad reforzar el sistema de protección social del país y mejorar el apoyo a las poblaciones vulnerables mediante evaluaciones de necesidades más específicas y una mayor integración de los trabajadores sociales en la comunidad.
Gracias a esta valoración profesional, los trabajadores sociales pudieron elaborar planes de respuesta más adaptados a las necesidades de las familias y alejarse del enfoque de 'una solución para todos' que no funciona a nivel de servicios sociales.
Como parte de este programa conjunto, el equipo de las Naciones Unidas en el país puso a prueba un nuevo Registro Único de Protección Social (Social Protection Single Registry, SPSR, en inglés) – un sistema digital y transparente para solicitar, asignar y pagar las prestaciones sociales a las familias que perciben ingresos bajos. El Registro Único de Protección Social proporciona una imagen completa del perfil nacional de los beneficiarios, así como del rendimiento del sistema nacional de protección social en general. Para reforzar la asistencia social en todo el país y solventar las cuestiones de fondo, las Naciones Unidas y sus asociados han trabajado en la gestión de casos en estrecha colaboración con los trabajadores sociales a nivel de mahalla.
Gracias a la labor del programa conjunto, las pruebas de los servicios sociales basados en la gestión de casos realizadas en Tashkent y Angren llegaron con éxito a 106 familias, entre las que se encontraban 192 niños y niñas (101 niños y 91 niñas, más concretamente), y 12 niños y niñas con discapacidades (8 niños y 4 niñas, en concreto).

Además de servir como base de datos unificada, el Registro Único de Protección Social elimina las barreras de acceso a los programas de protección social al agilizar los procesos de solicitud, evaluación de elegibilidad y entrega de prestaciones.
"El Registro Único de Protección Social es la base de una plataforma tecnológica digital que forma parte de la estrategia general de reforma del sistema de protección social del país", afirma Geoffrey Ijumba, representante adjunto de UNICEF en Uzbekistán. "Se espera que se convierta en un mecanismo central de prestación de servicios de todos los programas de protección social en el futuro", añadió.
En los últimos tres años, el Registro Único de Protección Social ha proporcionado subsidios sociales a más de 1.600.000 familias en todo Uzbekistán, ayudándolas a superar una serie de desafíos relacionados con los bajos ingresos. Especialmente durante la pandemia de COVID-19, este sistema mejorado de protección social ofreció un poderoso amortiguador de apoyo a los grupos más vulnerables de todo el país; reconociendo que, además de proteger la salud de la gente, era esencial preservar los ingresos y las oportunidades de empleo.

"Ahora todo ha cambiado", dice Dildora. "Sólo se requiere un certificado de nacimiento, una copia del pasaporte y un certificado de matrimonio. Ahora no hya necesidad de ir dando vueltas por diferentes oficinas".
Además de las repercusiones económicas causadas por la pandemia, Uzbekistán – al igual que otros países del mundo – se enfrenta ahora a una triple crisis alimentaria, energética y financiera, que plantea una nueva serie de desafíos a los grupos vulnerables de todo el país.
Sin medidas efectivas de protección social para apoyar a estos grupos durante los períodos de crisis, la pobreza seguirá pasando de una generación a otra. Las entidades de las Naciones Unidas en todo Uzbekistán se han comprometido a trabajar con sus asociados para reforzar los sistemas de apoyo y poner fin a los ciclos de pobreza que no tienen razón de ser.
*La mahalla es una comunidad o vecindario autogobernado que desempeña un importante papel en el control del bienestar social y la prestación de servicios sociales sobre el terreno.
Agradecemos a nuestros colegas del Fondo Conjunto para los ODS (UN Joint SDG Fund, en inglés) y a la Oficina de la Coordinadora Residente (Resident Coordinator Office, en inglés) en Uzbekistán por los materiales y la información facilitados. Adaptación para el sitio web del Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible: Equipo editorial de la Oficina de Coordinación del Desarrollo (OCR).
Para saber más sobre el trabajo de las Naciones Unidas en Uzbekistán, visite Uzbekistan.UN.org.