Humanos con valentía: Chau Bao, Ben Tre
La historia de cómo contraje el VIH es bastante diferente a la de muchos otros: La mayoría de ellos lo contrajeron accidentalmente, mientras que desde el principio, yo tomé el riesgo.
Cuando decidí casarme con mi primer amor, incluso las autoridades locales me desaconsejaron estar con él. Era un consumidor de drogas y posiblemente seropositivo, dijeron. Mi familia, especialmente mi mamá, también trató de convencerme de que no lo hiciera. Pero todos somos cristianos devotos, usé nuestra fe para discutir con mi mamá. Dije: “Jesús vino a la tierra para salvar a los pecadores. ¿Cómo puedes pedirme que deje a mi amor cuando está agonizando? Cuando las personas están sufriendo y luchando, se supone que debemos ayudarlas. Es más, este hombre me ama de verdad y yo también lo amo. En comparación con muchas parejas casadas que pasan de 30 a 40 años juntos sin amor, prefiero llevar una vida corta con él, incluso si dura solo un año–y morir feliz".
Incluso celebramos un casamiento adecuado. Cuando yo llegué al último año de la universidad, di a luz a nuestro hijo, Bo. ¡Qué miserables fueron el trabajo de parto y el parto en sí! El hospital local le dijo a mi madre que, dado que, según los informes, yo era seropositiva, no querían tocarme y me dejaron allí acostado durante horas. Mi mamá tuvo que ayudarme a escapar por la ventana del hospital y nos dirigimos a Tu Du, el hospital de maternidad más grande de Saigón. Pasé por una cesárea. Y fue también cuando se confirmó que había contraído el VIH, pero afortunadamente Bo no.
En cuanto al padre de Bo, no le guardo rencor. Me amaba mucho y es un buen padre. Pero también era un consumidor de heroína. Cuando Bo cumplió dos años y comenzó a formar recuerdos, no quería que nuestro hijo supiera que su padre era un adicto. Así que le pedí a mi esposo que dejara la adicción o lo dejaríamos. Él estuvo de acuerdo y se abstuvo de su consumo, dejándome encadenarlo en casa, ¡y de alguna manera se limpió! Pero después, su salud fue cuesta abajo y pronto se derrumbó. Cuando nuestro hijo cumplió cinco años, falleció.
Después de su muerte, decidí tomar el tratamiento o Bo no habría tenido padres con los que vivir. Después del tratamiento con antirretrovirales (Antiretroviral, ARV, en inglés), me presentaron, y luego me uní, a un club local para personas que viven con el VIH. Aquí es donde conocí a Phuc, mi esposo actual. Desde fuera, él puede parecer frío y rudo, ¡pero a veces puede ser muy cursi! Me confesó su amor con una frase muy florida “¡únicamente hasta que las olas del mar se detengan, dejaré de amarte!”.
Pero en ese momento mi hijo Bo no quería que me casara. En su sexto cumpleaños, le pedí a Phuc que nos llevara a la playa para celebrarlo (¡de ahí la frase de “olas”!) En el camino de regreso, Bo dijo de repente: "mamá, el tío Phuc te ama mucho". Sorprendido, le pregunté cómo lo sabía y dijo: “Porque yo también te amo mucho, así que te miro todo el tiempo. Y veo que el tío Phuc también te mira como yo, así que sé que él también debe amarte”. ¿Qué hay sobre eso? Phuc y yo nos casamos gracias a mi pequeño hijo.
Más tarde, tuvimos un hijo juntos, Nhi. Su nacimiento también fue un ejemplo para los demás en el club de que las personas VIH positivas pueden tener hijos saludables juntos. Antes todas las integrantes estaban demasiado asustadas para quedar embarazadas, por temor a contagiar al bebé. Pero durante todo nuestro embarazo, las dos nos comprometimos con el tratamiento y tomamos todas las medidas de protección necesarias para el feto, por lo que Nhi nació sin VIH y fue la prueba viviente de que...¡habíamos logrado lo imposible!
Esa festividad del Año Nuevo Lunar fue la más feliz y ruidosa de la historia, ya que muchos miembros vinieron a celebrarla con sus bebés recién nacidos o para contarnos la buena noticia de que estaban esperando uno.
Phuc y yo estamos bien financieramente, y juntos hemos mantenido el club–lo llamamos Green Coconuts, cuyos miembros yo considero como mi familia, durante 10 años–convirtiéndolo en un refugio seguro para las Personas que Viven con el VIH (People living with HIV, PLHIV, en inglés) en la provincia Ben Tre. También reuní a otros grupos en Ben Tre para formar lo que llamamos una Liga de Bondad (Kindness League, en inglés), ayudando a los niños nacidos de padres VIH positivos, y recibiendo y transfiriendo apoyo financiero de donantes.
Lo que más necesitan las Personas que Viven con el VIH de la sociedad, creo, es la empatía y la voluntad de escuchar, son más importantes que el dinero. A veces, cuando ayudo a los donantes a conectarse [con otras Personas que Viven con el VIH], ven que “mi familia” tiene motocicletas o usan un collar de oro, y no se sienten contentos e insisten en que les busque a alguien que se ajuste a la descripción de ser pobre. Tengo que explicar que no discriminamos entre los miembros. Por ejemplo, soy financieramente estable, pero si me dan regalos, ¡los recibiría con total agradecimiento y alegría! Lo que me hace feliz no son los regalos en sí mismos, sino el hecho de que los donantes se preocupan por nosotros. Y siempre compartimos, por lo que los regalos se distribuyen entre otros miembros y, en particular, entre los necesitados.
Una cosa que he observado y me hace sentir muy feliz es que cada vez que “mi familia” va al hospital a recoger las dosis del tratamiento, también se toman el tiempo para visitar las salas donde se tratan los casos más graves. Los revisamos y les preguntamos si necesitan algo y, de ser así, los miembros regresarán a la Liga de Bondad para pedir ayuda. Siempre que surja una oportunidad para ayudar a otros, debemos aprovecharla.
¿Qué debería desaparecer de esta vida que vivimos? Yo diría que es el pensamiento de acabar con la vida de otros que aún viven. Permítanme explicarles: Muchas personas imponen que si una persona solía pasar tiempo en la cárcel o es VIH positiva, no valen nada. Que esas personas se consideren muertas, al menos socialmente. Pero son esos pensamientos muy tóxicos los que los matan de verdad. Las palabras simples pueden ser tan mortales que pueden asesinar a seres humanos, simplemente así. Siempre creo que mientras uno esté vivo, hay esperanza.
Llevo una vida saludable con el VIH desde hace 20 años, simplemente comprometiéndome con el tratamiento ARV. Honestamente, si los pacientes con cáncer vienen y me piden que cambie su enfermedad por la mía y agregue cientos de barras de oro al trato, no lo aceptaría.
Mi sueño es buscar ingresas en estudios de educación superior, primero con un título universitario en Sociología– la cual es simplemente mi favorito. Esto sería otro ejemplo que les doy a los demás, especialmente en mi club, de que soy VIH positivo y aún puedo cumplir mi sueño. Me dije a mí misma que antes de morir, tengo que obtener un título universitario, y así lo haré. Si las personas tienen sueños, no deben dejar que nada los detenga y simplemente seguir sus corazones. ¡Estoy aplicando al programa este verano! – Chau Bao, Ben Tre
Esta es la decimosexta y última historia de la serie Humans of Courage. Fue producida por ONU Viet Nam, en colaboración con ONU Mujeres y ONUSIDA, como parte de los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género y el Día Mundial del SIDA a finales de 2019. La serie tiene como objetivo destacar las voces de héroes cotidianos de la vida real, afectados por el VIH o la violencia de género, y sus roles en sus comunidades más amplias. Las 16 historias ofrecen una mirada más cercana a las vidas de las personas que viven con VIH y las sobrevivientes de violencia de género, especialmente su fuerte voluntad de vivir vidas fructíferas, al tiempo que inspiran amor y empatía en sus comunidades.
Esta también es una oportunidad importante para reconocer el papel esencial que las comunidades han desempeñado–y continúan desempeñando–para poner fin a la violencia de género, el estigma, y la discriminación relacionados con el VIH, manteniendo a las personas en el centro y sin dejar a nadie atrás.
Para leer la serie completa publicada originalmente en el sitio web de la ONU en Viet Nam, visite: Humans of Courage series.